Tampoco es que para Danilo Medina las cosas marchen como miel sobre hojuelas. Movilizarse para una campaña le da trabajo porque no es el político natural que vive los abrazos y apretones de manos con la gente y en el ambiente de las masas.

(En ese sentido, es el político institucionalista que será alguna vez, desarrollo y civilización de por medio).

El presidente Fernández es también presidente del Partido de la Liberación y Medina verá bien que salga a hacer campaña porque tiene con qué financiarla.

Ahora, bien.

¿Campaña a favor de quién? ¿A favor del candidato de su partido o a favor de su candidatura para 2016?

En otro aspecto, Medina pudiera abstenerse de pedir la participación en campaña de sus compañeros dirigentes del PLD porque los que están en el gobierno, por sus gestiones y por los problemas de corrupción en que se han visto involucrados, no suman sino restan.

Si esos camajanes salen a hacer campaña por Medina, ¿se sentirá atraída la gente que tiene libertad y capacidad para pensar que todo el que siembra quiere cosechar?

Además, el candidato del PLD carga con la cruz de una candidatura vicepresidencial que se le quiere imponer desde las vocinas mediáticas del gobierno y del partido.

No hace mucho, la primera dama Margarita de Fernández lanzó en una reunión una consigna que, como Mamá, la ponía a compartir como candidata a la Vicepresidencia la candidatura de Medina.

Con Danilo y con Mamá dijo-, esa pela va.

Horas después de este pronunciamiento, Medina anunció que escogería su candidato presidencial mediante encuestas.

(Ojalá que esas encuestas no se parezcan a las que hizo el PLD para escoger a su candidato a la alcaldía de Santiago, candidatura y puesto con que se alzó un danilista que no fue candidato por su partido).

¿Miel sobre hojuelas? No para Medina aunque el lo mío en esa parcela política está sujeto a la temerosa discreción que impone un caudillo que hace recordar los 22 años del mando sin apelaciones de Joaquín Balaguer.