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Moca en el corazón

Sin embargo, tres hechos de importancia me vincularon por familia con Moca, aunque de manera indirecta y sin crear las raices de una patria chica.

Félix Francisco Ayuso Demorizi, quien empezó a ganarse la vida en trabajos de agrimensura que luego pasarían a la ingeniería, deslindaba terrenos de no sé quién en Moca y disfrutaba del asueto una tardecida en el parte central.

 Entonces sonó un disparo –no era raro un tiroteo en esos años de fines de los años 20 y principios de los 30-, y una bala lo hirió en al rodilla izquerda, con la suerte de que no le interesó la articulación.

 Tiempo después escuchaba a mi papá contar la historia y encogerse de hombros porque no supo de dónde vino el balazo ni quién hizo el disparo.

 En Moca vivía también una de las más queridas novias de Juan José Ayuso Demorizi, hermano del primero y tío al que no conocí porque, de una pulmonía, murió muy joven en su Sánchez natal.

 En casa, años después y como recuerdo cariñoso de ese tío, el único, al que no conocimos, oímos hablar de esa novia tan querida con la que quizá pudo casar, si la vida se lo hubiese permitido.

 Y para terminar con la vinculación ancestral con Moca y sus municipios, en Arroyo Frío, un día antes de que yo naciera en noviembre de 1940 pero en La Vega, vino al mundo Delfa, quien sería la abuela de mis cinco nietos y la madre de mis dos hijos.

 Arroyo Frío existe todavía como el paraje que era entonces.

 De mi estadía en la Universidad Católica Madre y Maestra, a donde llegué a trabajar relaciones públicas y extensión cultural de la mano del padre Roque Adames, rector, conservo una vinculación mocana que mantengo.

 De esa época acuno la oportunidad de haber vuelto a ver a Alberto Peña Lebrón, uno de mis maestros en el Colegio Santo Tomás de Santo Domingo –ocupación que compartía con sus estudios de Derecho.

 Y la de haber conocido entre otros a Bruno Rosario Candelier, Adriano Miguel Tejada, Argentina Álvarez, José Rafael Lantigua, el doctor Brito y a un pimentelense nacional de nombre Manuel Mora Serrano.

 (A don Aristóteles Pérez y a su esposa doña Nena Belliard los conocería muchos años después, ya en los viajes de investigación para escribir “Historia pendiente. Moca, 2 de Mayo de 1861).

 En expediciones literarias, con el primer grupo, estuvimos también en Pimentel, San Francisco de Macorís y Mao, sumado en casos Eulogio Santaella, profesor de ingeniería en la UCMM y aficionado a las letras.

 De entonces acá, cualquier pretexto es la mejor razón para viajar a Moca y compartir allá con su tierra y su gente.

El Nacional

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