Opinión

Alegría con tristeza

Alegría con tristeza

Es el drama de dominicanos en Chile. Comportamiento paradójico reflejado en centenares de mujeres y hombres atrapados en un gueto deplorable próximo a Santiago de Chile. Rivera Azul –vaya ironía-, es ese limbo urbano degradado, en el que estos compatriotas viven debajo de los niveles de pobreza, marginados y discriminados, sin posibilidades de superar su condición social.

Comenzaron a emigrar a Chile hace cinco años, sonsacados por un sueño lejos de alcanzar incluso por una inmensa población chilena sumida en una de las economías con la más acentuada desigualdad en toda Sudamérica, a pesar del sostenido crecimiento que exhiben las estadísticas.

Un reciente estudio del PNUD retrata estas notables diferencias sociales y económicas en Chile. “Está en los tonos de piel, en la estatura y en los apellidos, en la geografía de las grandes ciudades y sus barrios estancos, en las amplias casas con vista al mar y en los parques perfectamente mantenidos, en las calles que se inundan, en los buses repletos y en los paraderos roto”.

No vale la pena dejar los hijos a cambio de un lugar tan distante, sin futuro ni posibilidades de superación. Pero esta es una enseñanza no contemplada en los libros de textos. Tampoco es tarea de los orientadores sociales o religiosos. La cruda realidad es que tales inobservancias se traducen en un costo muy alto para la sociedad, y el confinamiento de mujeres y hombres que buscan un mejor mañana, al que tienen todo el legítimo derecho.

La historia describe un Caribe de Colina, en medio de la basura, perros realengos, ratas y alimañas, donde se respira todo tipo de precariedades, en un predio agreste, tierra de nadie, deslindada por barrios altamente peligrosos, refugios de prostitutas y delincuentes. A este muladar fueron a parar ingenuas y desesperadas madres de familia que salieron de lugares paradisiacos, como Bonao, donde nunca echaron de menos la suave brisa ni el suave rumor de la naturaleza, entre frondosos árboles y ríos. Buscar, desesperadas, una mejor vida para sus hijos les ha hecho una mala jugada, en esta caso.

En Chile trabajan, en su mayoría, como niñeras y lavanderas o limpieza, objetadas y segregadas por su color y acento. Los hombres, en menor cantidad, encuentran trabajo en la recogida de basura. Con suerte, en albañilería y carpintería.

El Nacional

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