Opinión

ALGO MAS QUE SALUD

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El jarrito de mi tía

 

La vecina de mi tía Celeste (EPD) allá en la Manuel Rodríguez Objío de Pueblo Nuevo, Santiago, votó un jarrito de aluminio de los pequeños en que en mi niñez me daban café en casa de Rosa, mi vecina de “La Chiva”. Abollado, tiznado, muy sucio y con el asa desprendida de un lado, mi tía lo recogió de entre la basura de la cuneta. Lo fregó, le quitó el tizne con agua hirviendo y su hijo Eduardo “Chichito” le soldó el asa y le quitó la mayoría de los abollados.

Una semana después la vecina de mi tía le pidió un poco de azúcar y ésta la invito a cogerla de la cocina donde vio, enganchado en un clavo, reluciente, el jarrito que había botado y lo reclamó, mi tía se paró de la mecedora como un resorte y le espetó: “Ese jarrito ya no es suyo, usted lo botó vuelto un disparate y ahora lo quiere porque lo ve bonito”.

Algo así sucede en las relaciones de pareja, en la que por lo regular las rupturas se dan de mala forma y ambos terminan desconsiderándose, más frecuente el hombre a la mujer: “Tú no sirves para nada”, “Sin mí no vas para ninguna parte”; y así, como el jarrito la echan a la basura, pero las que logran recoger su autoestima, persisten en vivir y crecer material y espiritualmente, llegan a estar en las condiciones en que puso mi tía el jarrito, y entonces ese, que entonces le rechazó, lo quiere de vuelta y en otras destruirlo.

Algo así lo expresa Pablo Milanés en su bella canción: “El amor de mi vida”

“Te veo sonreir/ sin lamentarte de una herida/cuando me vi partir/pensé que no tendrías vida/ Que gloria te tocó/ que has renacido/ que milagro se dio/ cuando el amor volvió a tu nido. Qué puedo hacer? / quiero saber que me atormenta en mi interior/ si es el dolor /que empieza a ser / miedo a perder lo que se amó…” Recuperarse como el jarrito de mi tía es “algo más que salud”.

El Nacional

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