Yo confieso
Regularmente voy a misa los domingos a la Iglesia “Cristo Salvador” cercana al “Plan Piloto” de la Policía, pero de vez en cuando mi pareja me acompaña a la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe que esta por “Las Caobas”, detrás de un sacerdote y dos monjas que son almas buenas: el padre Tomás y las hermanas Eva y Pilar.
Tengo una visión ortodoxa del altísimo, soy respetuoso de los preceptos cristianos y siempre digo que cuando la parca me busque hay que dejarme entrar al paraíso porque he sido una persona buena, apegada a los principios de bien, que son los que enseñó Jesús y a su manera reafirmaron Gregorio Luperon, Mahatma Gandhi, Minerva Mirabal, Ernesto Guevara, Ho Chih Ming, Fidel Castro, Juan Bosch, Salvador Allende, Narciso González y Hugo Chávez.
Creo fielmente que el papel de la Iglesia es estar del lado de los pobres, esa es la línea que ha planteado el Papa Francisco, es la que sostuvo Camilo Torres hasta perder la vida con un arma en la mano en 1966, o la de Anulfo Romero muriendo en el púlpito a manos de unos asesinos de derecha o la de Ernesto Cardenal apartado de la Iglesia porque se sumó a la Revolución Sandinista que derrocó a la sanguinaria Dinastía Somoza en Nicaragua; esa misma iglesia es la que han pregonado a los cuatro vientos los sacerdotes que han sido mis guías espirituales en los últimos 30 años: Francisco Batista (Pancho), Rogelio y Regino Martínez a los que visité en sus distantes comunidades parroquiales en la Semana Santa de 2013.
En esa onda debe andar el sacerdote Benito Cruz Lantigua, párroco de la capilla San Juan Bautista de Santiago, que cometió la osadía de recordarle al presidente que en su comunidad había otras necesidades que atender aparte de la Educación, por lo que recibió un boche, pero que al final solo sirvió para darle la razón al cura, cuya misa escuchará el próximo doming
