A Francisco Expedito del Niño de Atocha en sus 55.

Al cumplir su 32 Aniversario esta columna “reafirmo que seguirá siendo contestaria ante las injusticias, pero que siempre quedará un resquicio para escribir sobre “temas triviales” como el policía de tránsito que está en la mañana en la Gómez con César Nicolás Penson, sobre “La Sierva del 12” que concha en la Isabel Aguiar”. A ésta le dedicamos la entrega de la semana pasada, en esta, previa al Viernes de Dolores y a la Semana Mayor le corresponde a Carlitos, el gracioso agente de tránsito que regularmente está en esa complicada esquina, con el agravante que es la ruta del Presidente.

Todo el que llega ahí disfruta su peculiar manera de dar y quitar el paso, sus giros, sus pasitos rítmicos hacia atrás, los gestos y saludos que ofrece a los conductores y sobre todo que no pierde la concentración para ver las prioridades a quienes debe darle paso.

Es Capitán, me lo dijo el pasado martes en que paré a preguntarle su nombre y me lo dio sudoroso acompañado de esa eterna sonrisa que exhibe.

Creo, de corazón, que ese es él en esencia. Probablemente sabe que esa es la manera de destacarse, de caerle bien a los demás, de cumplir, sin saberlo, con la máxima de Dale Carnegie: “Todo el mundo desea ser bien valorado, causar una buena impresión”.

No creo que tenga su vida resuelta en todos los campos, pero es fascinante su actitud y sin proponérselo nos lo transmite a los que por lo regular, agobiados por penas, pasamos en nuestrosvehículos, con nuestras vidas a cuesta.