Opinión

Algo más que salud

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Los 15 de Narciso
El  martes se cumplirán 15 años de la desaparición de mi profesor y asesor cultural Narciso González Medina. Como esta columna sale sólo los jueves, le entregamos este espacio a él, a pesar de que hubiese querido citarles a mis ex compañeros del PLD, cinco artículos de sus Estatutos en los que pueden apoyarse para someter al Comité de Disciplina del Comité Central, al presidente del Partido, quien, como se siente por encima de todo, decidió establecer un acuerdo comercial con el pasado candidato del PRD.

Quince años es mucho tiempo.  Quince años es largo tiempo, sólo imaginémoslo estando presos o casados, o en un trabajo, pero si en esas circunstancias nos resulta mucho, os invito a ponerse en el lugar de Luz Altagracia Ramírez (Tati), Ernesto, Rhina y Jennie González, esposa e hijos de Narciso, que han visto pasar la eternidad de estos 15 años sin saber nada de él (Amaury, el menor de los hijos, fallecido).

Narcisazo, quien, de estar con nosotros, hoy  lamentaría  la muerte de Benedetti, salió del cine Doble, en la avenida Duarte luego de ver la película “Filadelfia” con Tom Hanks, Denzel Washington y Antonio Banderas. Alrededor de las 9 de la noche del 26 de mayo de 1994, fue introducido en un vehículo azul y golpeado dentro del mismo, pues testigos que lo vieron cuando lo desmontaban de éste, frente al Centro de Otorrinolaringología, para introducirlo en la Jeepeta placa O-11172, adscrita al Banco Central y asignada al hoy subjefe de la Marina, dijeron verlo sangrar profusamente; desde allí los miembros del J-2 lo trasladaron a una casa de “paso” que tenían los organismos represivos por la avenida Bolivar, para luego llevarlo a la Secretaría de las Fuerzas Armadas, donde el capitán Antonio Quezada Pichardo lo vio y a pesar de todas las presiones y amenazas en los interrogatorios de 1998 aseguró: “Resp.- La versión que deben creer aquí, donde sea y ante Dios, es la única versión verdadera la que yo le dí a usted sobre el sargento que me confesó que había participado en el arresto y que ese día yo estaba de servicio cuando vi que llevaron a ese señor (Narcisazo, JD.), detenido a la sede del J-2 de las Fuerza Armadas, yo sé que usted, como investigador, se da cuenta del grado de responsabilidad que tengo en este caso y que estoy diciendo la verdad”. Tomadas del libro: “Narcisazo, ¿dónde estás?” Página 460, de nuestra autoría.

De la Secretaría lo llevan al destacamento de la Policía en Gazcue, donde se niegan a recibirlo al identificarlo, y por las  condiciones en que se encontraba. La siguiente parada, ya en la madrugada del 27 de mayo, es el Palacio de la Policía, donde no le dan entrada y deciden llevarlo al hospital de la Base Aérea de San Isidro, donde le curan y pasa a la celda de ese recinto llamada “El Mercadito”, donde lo lleva o lo ve el capitán Silvestre Batista Ferreras (Batistica), quien cometió la imprudencia de comunicárselo por teléfono, desde allí mismo, a su hermano y tres días después muere en un “accidente de tránsito”. La próxima parada de Narciso, la última, fue el 28 de mayo, mar adentro por Montecristi.

Cierro este trabajo, en los 15 años de su desaparición, a propósito del recorrido de su secuestro, con el párrafo final de nuestro libro: “La versión que aquí hemos construido, en base a numerosos testimonios de testigos presenciales y de terceros, probablemente sea más o menos la verdad, quizás sea la verdad, o simplemente nuestra media verdad, pero para desmentirnos y asegurar que nuestra verdad es una media mentira o una absoluta mentira, tienen que hacerlo presentado su verdad, pero una verdad debidamente documentada, que no deje lugar a dudas de que es la verdad, la única verdad, la absoluta verdad, y así, este esfuerzo de suposiciones no habrá sido en vano porque los que quisimos a Narciso, junto a ese pueblo que lo respetó y extraña, habremos llegado al final de este camino de incertidumbre que nos ha creado su desaparición; el no saber qué fue de él y que nos obliga a seguir, cada 26 de mayo, lanzando flores al mar, y el que Taty no sepa definitivamente cuál es su estado civil, y que además, no pasen cosas como la que nos aconteció en septiembre de 2007, a Rafael Domínguez y a un servidor, dos hombres grandes y fuertes, cargados de hijos y de más de 50 años, enjugándose lágrimas al discrepar sobre si lo tiraron al Atlántico o al mar Caribe, y si esto fue el 28 de mayo o el 10 de junio de 1994”. Nos vemos este martes 26 lanzando flores al mar frente a la estatua de Montesinos, pues es la “tumba” que tenemos de Narciso. Allí volverá a estar este, su alumno, que en dos ocasiones, antes de su desaparición, publicó décimas suyas aquí, en “algo más que salud”.

 PD. Ahora se me va “Coquito”, ¿Qué hago con esta pena que se me duplica?

El Nacional

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