Opinión

Aliados de fechorías

Aliados de fechorías

En nuestro país, en razón de la descomposición que hay en todo el seno de la sociedad, cada politiquero quiere que se cumpla la ley conforme sus intereses y conveniencia personal y, de igual manera, trata de que las instituciones se muevan alrededor de su capricho y voluntad.  Cuantas veces se busca que los actos delincuenciales sean ignorados, cubiertos con el manto de la impunidad, se recurre al tráfico de influencia para que los hechos delictuosos no lleguen hasta los órganos jurisdiccionales.  En la medida que la delincuencia se desarrolla más necesaria se hace la intervención de los políticos tradicionales para interceder en beneficio de los que hacen vida moviéndose entre el delito y el crimen. Lo ilegal anda de la mano con el que está en política para hacer negocios en procura de dinero por la vía fácil.

Una vez que un traficante de estupefacientes resulta sorprendido en una operación de narcotráfico, lo primero que hace es recurrir al senador o político oficialista  para que interceda ante las autoridades de narcótico para que le resuelva el problema y el asunto no llegue a los tribunales.  Poco importa la naturaleza de la acción criminal; el político o legislador de seguro que hará las gestiones para complacer al delincuente y que su expediente sea archivado, sin importar que de por medio esté lesionada la sociedad como conglomerado humano o una persona física o moral.

Pero lo peor de todo es que los politiqueros hacen su labor sucia de tráfico de influencia ante las autoridades policiales y luego lanzan sobre la Policía Nacional toda la responsabilidad  por la libertad de que disfruta el delincuente.  Son muchos los malhechores que se mueven libremente haciendo diabluras porque para ejecutar sus crímenes cuentan con el apoyo de un senador vinculado con el oficialismo.

Los hombres y mujeres de bien se encuentran en una situación sumamente difícil a nivel de seguridad personal.

El Nacional

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