Opinión

América de hoy

América  de hoy

Invitada por la Universidad de Gainesville, arribé a tiempo para dos eventos importantes: El premio Libro del Año para el libro “Clasificado desde el comienzo”, de Iram X. Kendi, Una historia Definitiva de las Ideas Racistas en Norteamérica y sus Múltiples Camuflajes, que termina con un extraordinario capítulo sobre la mujer que más influenció mi juventud: Ángela Davis.

El libro consta de cinco capítulos: Cotton Mather; Thomas Jefferson; Lloyd Garrison; W. E. Dubois; y Ángela Davis; y está dedicado a “La vidas que ellos dicen que no importan”, como parecen no importar aquí las vidas de los jóvenes negros de los barrios populares, miembros de la generación Ni Nis, es decir, los que Ni estudian, Ni trabajan.

Allí encontré la explicación perfecta para lo que acontece hoy con Trump bajo el título de “Orden y Ley”:
“Nixon y su equipo estudiaron cuidadosamente la campaña presidencial de George Wallace y se dieron cuenta de que su bandera segregacionista solo atraía a los racistas que echaban espuma por la boca.

Nixon decidió entonces tratar de ganarse los racistas mientras atraía a los norteamericanos que se negaban a “vivir en peligrosos barrios negros”; los que se negaban a creer que las escuelas negras debían ser iguales; los que se oponían a la estrategia de integrar las escuelas racistas trasladando niños negros de otros barrios; que las madres negras no merecían recibir beneficios del Estado; en una palabra: conquistar a todos los racistas que se negaban a creer que eran racistas”.

Nixon diseñó su campana para todos aquellos que evitaban admitir que estaban atraídos por el racismo, en una estrategia que los historiadores designan como “sureña” y que se ha enquistado en el Partido Republicano durante los últimos cincuenta años.

Una estrategia donde el Partido Republicano ha intentado unificar (lo que ha hecho Trump con éxito) a los racistas del norte y de lo sur contra negros y latinos; unificar a los guerreristas y los conservadores fiscales opuestos al gasto social gubernamental.

En septiembre de 1968, frente a 30,000 eufóricos texanos, Nixon acuñó un slogan que aquí cobra fuerza “Ley y orden”, para reprimir a los Ni Nis, sin analizar las razones fundamentales de su crisis de “valores” patrios y familiares.

Un viaje a San Agustín se convertiría en el segundo hecho trascendental del viaje a Gainesville: Ver la segregación en su más grosera expresión: iglesias blancas, iglesias negras, bares blancos, bares negros y lo que no se veía antes: vehículos de todo tipo circulando con la bandera segregacionista del Sur.

De vuelta a los 50, comprobé que USA está al borde otra guerra civil, perfecto caldo de cultivo para el creciente militarismo que ya se nota en la sociedad.

El Nacional

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