Evelyna Rodríguez y el actor venezolano se enfrentan, con interpretaciones que logran excelentes momentos en el proceso de enfrentamientos y sugerentes acercamientos a partir de un texto aparentemente de tono comedia, sin rebuscamientos, jugando con las situaciones contrapuestas.
Rodríguez, actriz y presentadora, ha desarrollado una carrera en cine con merecimientos (La Extraña, La Familia Reyna, por la cual ganó en los IV Premios La Silla el premio de mejor actriz secundaria), se entrega a su papel, en el que encontramos en general un buen nivel de desarrollo.
En algunos momentos la percibimos fuera del ritmo y utilizando clichés que deberían estar ya prohibidos por no aportar nada más que una repetición tan de moda en el lenguaje coloquial, (como absurda “¿En serio…_”).
Dotada de excelente imagen, Evelyna no es sólo una mulata hermosa y delineada en las medidas tradicionales de la estética occidental, sino también una artista que trata de dar lo mejor que puede desarrollar y algo más, cualidad que le debe ser reconocida.
Villalobos se percibe como hombre de dominio en las tablas. Mantiene su personaje bien centrado y en alto, salvo en algunos instantes en que se nos dispersa un tanto. Hay en Villalobos una gracia natural que sabe manejar, particularmente cuando pone la cara triste o cuando da origen a respuestas explosivas de su compañera de escenario.
Ambos unen sus capacidades para provocar simultáneamente la risa y la reflexión, en un espectáculo digno de ser visto y disfrutado el fin de semana próximo.
El balance es altamente positivo, incluso para su director Phillip Rodríguez. Vuelve el fin de semana en la Sala Ravelo.
