Elecciones en Acroarte
Se inician los prepartivos para elegir una nueva directiva en la Asociación de Cronistas de Arte y se hacen aprestos con miras a celebrar elecciones en las próximas semanas.
Y uno ve como aspirantes a presidir la institución se han lanzado al terreno a ofrecer más de lo mismo. Todos los años en que hay elecciones se desempolva el viejo folleto donde se hacen promesas que no se cumplen.
Ni siquiera se varía el método mediante el cual se le quiere hacer creer a los miembros votantes que hay un candidato que cuenta con el apoyo de la Cervecería Nacional Dominicana y otro no, como si la empresa que patrocina los premios Casandra interviniera en el proceso eleccionario, lo cual debe llevar a los acroartistas a discernir entre quienes recurren a la falasia y a burdos engaños para tratar de asumir las riendas de la institución.
El solo hecho de que se apele a la mentira en campaña debe servir para retratar de cuerpo entero al candidato que asume esa deslucida, destemplada y poco creativa estrategia.
Más de lo mismo
Pienso que en estos tiempos lo que se necesita en la Asociación de cronistas de Arte es una real renovación de estructuras.
Acroarte por lo que se puede observar se ha quedado atrapada en las ruedas del tiempo, en momentos en que la comunicación y el arte manifiestan cambios importantes que desbordan el esquema que prevalecía en los tiempos en que se fundó la institución.
Hoy día hay toda una corriente de medios alternativos, electrónicos, en el ciberespacio, y la interacción que se produce con el público es muy diferente a la de otras épocas.
Sin embargo, vemos cronistas de arte chapados a la antigua, sin una propuesta válida que pueda llevar a la asociación a los niveles de exigencia de estos tiempos.
El mismo premio evidencia un desgaste que de manera significa se vio acentuado en la más reciente entrega del Casandra.
En Acroarte, en la premiación Casandra, en las elecciones que vienen, se le sigue ”untando mantequilla al pan con mantequilla”.
Para pensarlo
Algunos quieren que voten por ellos, sin tomarse la molestia de hacer una propuesta formal, diferente, que arroje luz sobre el destino y el futuro de la institución.
Se apelan a los mismos chismes baratos de otras contiendas electorales sin que se avizore un cambio en la manera en que se debería conducir la entidad en estos tiempos.
Quieren ser presidentes para ir a figurear y a echar discursos en los premios Casandra cada año, pero nada de ofrecer respuestas a los imperativos de estos tiempos en el arte y comunicación.
El asunto es como para pensarlo.
