Nos resulta curiosa la petición que hacen algunos empresarios artísticos criollos pretendiendo que se les brinden incentivos similares a los que se contemplan en la Ley de Cine, debido a la disminución de los auspicios a las actividades que ellos realizan.

O sea, están pidiendo que se les proteja con leyes, de manera que ellos puedan mantener la rentabilidad en el negocio de presentar espectáculos, pues ahora los patrocinadores tradicionales se han volado hacia el cine.

Eso alegan.

Una pretensión absurda, pues se trata de un negocio muy particular, que gira en torno a presentaciones de artistas foráneos, en actividades comerciales que en nada favorecen al talento criollo.

Por el contrario, hasta para lograr la presentación de una contraparte dominicana en cada show de extranjero, hay a veces que exigir y lucharlo.

La idea de incentivos para quienes organizan y presentan espectáculos, de ser acogida, debería privilegiar a quienes presentan espectáculos con artistas dominicanos.

De esa manera si estaríamos de acuerdo con incentivos, en el aspecto impositivo, y en cuanto a las facilidades para el uso de algunos espacios.

A Héctor Acosta, por ejemplo, le estaban cobrando casi medio millón de pesos para presentar un concierto en ese recinto.

Tratándose de un artista criollo, el arrendamiento del local debería estar protegido con un incentivo especial, por solo citar un caso.

Ello estimularía a los artistas y a los empresarios dominicanos que creen en ellos.

En fin, si de incentivos se trata, deberían canalizarse a favor de los criollos,de los nuestros, no a proteger y a estimular “shows” de artistas foráneos, porque será un contrasentido.