¿Qué Pasa?

Arte nacional

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Hay que predicar

con el ejemplo

La impronta de los llamados exponentes urbanos de la música en el ámbito artístico les ha llevado a apoderarse de los espacios de los principales programas de televisión de entretenimiento y de los escenarios populares, como son las tarimas donde se presentan conciertos y espectáculos musicales.

Donde anteriormente se presentaban las orquestas de merengue, ahora están los urbanos. Con presencia también en la publicidad, si nos fijamos en el detalle de que ahora los jingles de los comerciales son a ritmo de regueatón y de rap.

Hasta en las campañas de los políticos están presentes los exponentes de la música urbana, como recurso para atraer el voto de la gente joven.

Los urbanos son una realidad que no se puede soslayar. Están en todas partes, y sustraerse a ese fenómeno sería un ejercicio inútil, por lo cual lo que más bien convendría es afinar la precisión de la optica de acercamiento para analizarlos, y ver de qué manera se les puede encauzar en sus desbordes.

Para nadie es un secreto que la mayoría de esos urbanos son gente del llamado “ghetto”, marginados de la educación, muchos de ellos carenciados de educación hogareña, lo que les lleva a ser incapaces de administrar adecuada y consecuentemente su popularidad.

Muchachos de barrios pobres, con una cultura de la calle, que de repente se ven convertidos en figuras seguidas por multitudes, endiosados por las masas, accesando a bienes y a riquezas que nunca imaginaron que tendrían, y que se creen con “licencia para matar”, como James Bond.

Es debido a ello que con tanta facilidad ejercen violencia de género, atentan contra la moral y las buenas costumbres, insultan hasta a los Padres de la Patria, y no asumen responsabilidad alguna como líderes de la juventud, y por el contrario, pregonan y propagan una cultura de violencia, en la creencia de que los antivalores es lo que quiere la gente que les sigue.

La situación que se plantea es más compleja de lo que se pueda pensar, pues muchos de esos jóvenes se escudan y justifican señalando que en el ámbito de la política y en el gobierno hay cosas peores que las que ellos hacen.

 

Parten del hecho de que lo malo de ellos, es menos dañino que la maldad que hay arriba, en otros sectores sociales.

Y cuando las cosas caen en un plano comparativo, se hacen difícil de comprender, de enfrentar y resolver.

Está claro que la sociedad que les condena tiene que predicar con el ejemplo…

 

El Nacional

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