¿Y de qué se quejan?
Algunos productores de programas se rasgan la vestidura y reniegan de las mediciones de audiencia de las empresas que fiscalizan el “rating” de los canales de televisión.
Ciertamente el muestreo que se hace a través de 300 cajas monitoras en la capital y en Santiago es muy limitado , pues debería ser más amplio y abarcar otras regiones del país.
Pero es innegable que la mayoría de los programas de la televisión de factura criolla dejan mucho que desear, y en gran medida están propiciando el que las plantas televisoras privilegien los enlatados, sobre todo las telenovelas, que son las que marcan los mayores niveles de audiencia.
¿Como es posible que usted sintonice la televisión en la mañana, y se encuentre con muchos de los conductores de los telematutinos con la cara tapada leyendo los periódicos del día?. No tiene gracia encender el televisor para que alguien le lea a uno la prensa matutina.
Al mediodía sintoniza un noticiero, y en vez de noticias lo que recibe son reportajes con quejas de la comunidad para que le arreglen una calle o el reclamo de que el ayuntamiento recoja la basura de la vecindad.
Está bien que se incluyan las quejas y demandas de la comunidad, pero no suplantar con ellas las noticias, que en definitiva es lo que la gente quiere oir y ver.
Algunos tienen el tupé de interrumpir la programación para ar un avance de último minuto, y le salen a uno con un grupo de vecinos protestando por los prolongados apagones, como si eso fuera alguna noticia de interés.
Usted sintoniza un programa de entretenimiento y se encuentra con jornadas de asistencia social, dando fundas de comida o pidiendo contribuciones para obras sociales, lo cual tampoco estaría mal, si se atendiera el interés primario del televidente cuando sintoniza buscando esparcimiento.
Son algunos ejemplos de la dislocada televisión criolla, que no informa ni entretiene. Y encima de eso, también pretenden que los premien.
Quieren premios por leer periódicos y darle fundas de comida a la gente. ¡Vaya!
