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Arte nacional

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Una fama descarrilada

Se han escuchado quejas en el sentido de que en la prensa y medios de comunicación lo que más se resalta es que Eduardo Miguel Villamán Fadul, quien se vio envuelto en un penoso incidente con agentes de la Autoridad Metropolitana de Transporte, (AMET), es sobrino de Monchy Fadul, Ministro de Interior y Policía.

Tal parece que no reparan en el hecho de que precisamente sus lazos familiares con el alto funcionario público es lo que ha dimensionado hasta niveles insospechado el incidente, copando la atención de la opinión pública, poniéndolo a competir con el tema de la reelección.

De no haber tenido a un tío sonoro y notable, el asunto hubiese formado parte de la pila de incidentes similares que se producen a diario, con el irrespeto imperante en el transporte público, comercial y privado hacia los agentes de tránsito del país.

Es para que vea el precio que cobra la fama y la notoriedad.

Es lo que no entienden figuras artísticas de nueva generación, que desconocen los peligros de la fama y la popularidad.

Carenciados de formación escolar y hogareña, muchos muchachos que se convierten en ídolos de la juventud de la noche a la mañana, no saben cómo administrar su fama, los recursos que generan y los valores que hay que promover y preservar cuando se es figura pública.

Se consideran infalibles y con la licencia de James Bond, sin reparar que ello se puede convertir facilmente en un boomerang.

El critrerio vinculante se fundamenta en el hecho de que el comportamiento de jóvenes artistas está dejando mucho que desear últimamente

Lo peor de todo es que los adultos están viendo el asunto como algo normal, resultado de un proceso de expresión generacional, sin reparar en el hecho de que algunos están actuando sin ningun control ni freno, a consecuencia de lo cual estamos cosechando ya los frutos de una siembra funesta.

El Nacional

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