Detrás de las cámaras
Hay gente que vive en el Distrito Nacional, que por nada del mundo acepta una invitación para un centro de diversión de los que existen en la Avenida Venezuela, por el tema de la inseguridad y la delincuencia.
Han satanizado los establecimientos de la zona oriental, al considerarla muy peligrosa, pues argumentan que el visitante se expone a ser atracado, como si el resto de la ciudad no estuviera expuesta ya al mismo problema.
Lo que está sucediendo en el sector de Piantini, con los atracos en bares y restaurantes, así como la alarmante cantidad de robos de vehículos, es realmente preocupante.
Sobre todo que la mayoría de establecimientos no tienen parqueo, y usan el servicio de los llamados “valets parking”, a los cuales los ladrones tienen de relajo, llevándose los vehículos de los lugares donde los parquean, con el agravante de que la empresa que da el servicio alega no ser responsable de daños ni de robos.
La situación ha tornado difícil el ambiente del entretenimiento y la diversión, en la capital, debido a la delincuencia.
Atrás quedó el estigma a la diversión nocturna, con las medidas que se adoptaron para tratar de paliar la situación.
El evitar salir de noche no funciona, porque la delincuencia opera ahora de día.
Mientras la delincuencia se impone y se adueña de la plaza, la ciudadanía se manifiesta indefensa.
¡Se llama a que los negocios pongan más cámaras de vigilancia!.
¿Para qué?…¿Para identificar a delincuentes que cuando son apresados son tratados de manera benigna por la justicia, que los suelta para que sigan cometiendo fechorías?.
Es una situación que se desborda, que hay que ver tras bastidores, detrás de las cámaras, sin afeites, maquillajes ni esteticismos retóricos de ping pong.
