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Los sabinistas y Ricardo Arjona

Cuando Ricardo Arjona emergio a la fama como cantautor del amor y la cotidianidad, sustanciando la lírica de sus canciones con imágenes mágicas y un vanguardismo que estimula el goce espiritual de manera inteligente, surgieron voces discrepantes que hacían odiosas comparaciones.

Los sabineros, defensores a capa y espada de Joaquín Sabina, con su desenfadado estilo tan peculiar y original, la emprendieron contra Arjona, llegando al extremo de ridiculizar la poesía de su lírica, al considerarla artesanal e irrelevante.

Algunos cayeron en un absurdo maniqueismo, sin parar mientes en que estaban frente a un cantautor diferente en todos los planos, entre ellos uno igual de importante y valorable, como es el concepto con que produce sus conciertos.

Es el único de los intérpretes hispanos de la canción romántica que se rige por una idea orgánica y armónica, que se manifiesta a manera de “leit motiv” en todo el desarrollo de sus conciertos y espectáculos, como se ha podido ver en dos de los más recientes presentaciones, como parte de los tours internacionales que ha venido realizando.

La vez en que concibió su espectáculo como un apartamento por pisos, y ahora en que vino con el convencionalismo escénico de una estación de tren.

Diferente a la mayoría de cantantes que vienen al país en giras que no pasan de ser un recital de show de night club, interpretando de igual manera su repertorio, sin ninguna variación ni atractivo.

Hay artistas que vienen cada año a darnos más de lo mismo, frente a una audiencia cautida, pero olvidadiza.

Ricardo Arjona, marca definitivamente la diferencia, con una actualización y una vigencia permanente, que le da de frente en la cara a los sabinistas que lo aborrecen.

Que conste, valoramos el talento y el desempeño de Joaquín Sabina, pero en modo alguno por ello se debería desmeritar el de Ricardo Arjona.

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