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Arte nacional

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El huracán Vergés
Quienes adjuraban contra el cantautor José Antonio Rodríguez cuando fue nombrado Ministro de Cultura, (porque entendían que un cantante popular no podía ocupar esas funciones, al igual como han hecho en su momento con Niní Caffaro y su designación al frente del Teatro Nacional), deberían arrepentirse y pedir perdón ante el cambio que se ha operado, colocando al frente del Ministerio de Cultura al señor Pedro Vergés, un escritor que encabezó en la campaña electoral el Movimiento de Intelectuales con Danilo. Ese fue su pago.

 
Pero a su vez los artistas están pagando las consecuencias de una disección absurda y excluyente, donde los más perjudicados son los populares en atención a la falsa creencia de que cultura es la música de los clásicos, la literatura, el ballet clásico, la pintura, y las más excelsas manifestaciones del arte en general. Lo demás son expresiones del populacho, según el criterio rancio de los elitistas de la cultura.
Sólo así se explica que se haya desmantelado la escuela de música típica Ñico Lora, en el año en que el merengue ha sido declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

 
¡Qué contraste! ¡Y qué desprecio hacia lo nuestro!
Si en verdad como ha dicho el ministro Vergés se pretende una reestructuración de esa escuela, ¿por qué cancelaron a sus directores y profesores? ¿Estaban haciendo algo malo?

 
Y ahora, como parte de la mascarada, ante las críticas que se han levantado, el flamante ministro anuncia una comisión para que “estudie y rinda un informe sobre esa escue”, lo que no se ha hecho con ninguna otra dependiente de ese ministerio.
Desde su llegada a la institución el señor Vergés “enseñó la faja” cuando desmanteló el Gabinete ministerial integrado por Tony Raful, Milagros Ortiz Bosch, Victor Victor, Marcio Veloz Maggiolo, Freddy Ginebra, Manuel García Arevalo, Luis Marino, Bernardo Vega, Giovanny Cruz, Carmen Heredia, José del Castillo (padre).

 
Vean ustedes a quienes se llevó de un plumazo el flamante ministro.
O sea, que ni los más reputados intelectuales se le han salvado al ¡Huracán Vergés!

El Nacional

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