¿Qué Pasa?

Arte nacional

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Joseph Caceres

Cuando ya “la pava no pone donde ponía”
Entrar a un estudio de grabación a grabar un tema musical, con los lineamientos profesionales de esta época, conlleva una inversión de 7 mil dólares.
Un solo tema, estemos claros.

Entre arreglista, pago de músicos, estudio, mezcla, masterización se van, mínimo, 350 mil pesos.
Para promoverlo, durante tres meses, a nivel nacional, hay que invertir por lo menos un millón de pesos, pues el pago de la promoción o “payola” se chupa al mes 350 pesos. Y hay quienes invierten más.

Eso para producir y promover un solo tema musical, porque si se trata de un álbum completo hay que encomendarse a todos los santos para bregar con los costos.

El que no tenga por lo menos un millón y medio para grabar un disco con posibilidades de entrar a la radio y al “hit parade”, que se olvide del tango.

¿Puede un infeliz artista disponer de un millón y medio de pesos para invertirlo en un disco?
Con la incertidumbre de que el dinero se puede perder, si el tema no gusta y no se pega, porque lo que más se parece al juego de la ruleta es lanzar y promover música.

El asunto se hace más complicado por el hecho de que ya no hay casas disqueras que invierten en artistas, porque estás han desaparecido, y las que dicen estar, se encuentran “agachadas” y a nadie le sueltan sus chelitos.

Los urbanos por lo menos no tienen ese problema, porque graban en cualquier patio con una computadora, reusando bases ritmicas de dembow y reguetón, pues casi todo en lo mismo.
Se promueven en las redes sociales, y la radio se ve obligada a abrevar de las mismas, para poner su música.

En definitiva el negocio de la música para los artistas tradicionales se ha hecho incosteable, en un mundo tan cambiante, donde ya la “pava no pone donde ponía”.

El Nacional

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