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Atascos en el tráfico encolerizan a todos

Atascos en el tráfico encolerizan  a todos

El tránsito de vehículos colapsó en el Gran Santo Domingo, provocando millonarias pérdidas económicas a los sectores productivos y desesperación, angustia, rabia e impotencia a la ciudadanía. A cualquier hora del día o la noche, las calles del Distrito Nacional y la Provincia Santo Domingo son un pandemonio que provoca que las personas lleguen irritadas al trabajo, la casa y los centros de estudios.

Múltiples causas provocan ese grave problema que parece tener con las manos atadas a las autoridades municipales y el Gobierno, entre las que se destacan la ausencia de un eficiente sistema de transporte público.

Las importación masiva de vehículos para los ciudadanos que se niegan a usar el caótico transporte de pasajeros ha sido la solución inevitable, habiendo hogares con tres y cuatro vehículos que salen a las calles al mismo tiempo.

La existencia de túneles, elevados, trenes, pasos a desnivel, puentes peatonales y otras soluciones viales han sido insuficientes ante la embestida automovilística, que provoca grandes hileras de vehículos con una sola persona a bordo.
Tampoco, han servido los múltiples organismos que trabajan en la regulación del transporte.

Se han convertido en letra muerta las leyes, reglamentos y decretos que sirven de base legal para el manejo de ese servicio vital para el desarrollo de las naciones.

No han sobrevivido a los intereses económicos y políticos iniciativas congresuales encaminadas a dotar a la capital y a la nación dominicana de un sistema de transporte público y privado acorde a los nuevos tiempos.
Como consecuencia, los conductores duran hasta 2 horas para llegar a su destino, en trayectos que se recorren en 20 o 30 minutos.

La situación afecta con más dureza a las personas que viven en barrios y zonas residenciales en las afuera de la ciudad.
Es así como un conductor que resida en las inmediaciones de la Charles de Gaulle, en la zona Este, y que trabaja en el Centro de los Héroes, debe madrugar y salir dos horas antes para llegar a tiempo.

Al mismo drama están sometidos los ciudadanos que residen en los municipios Oeste y Norte.
En peores circunstancias se encuentran los trabajadores y estudiantes que viajan en transporte público, que sufren los taponamientos sin poder tomar vías alternas.

“Ya no hay hora pico, a todas horas, todas las calles de la ciudad están taponadas”, se queja claudia Cabrera, una conductora que no se explica por qué, a las 11:00 de la mañana, cuando se supone que la mayoría de los capitaleños están en el trabajo o la escuela, es casi imposible transitar por sus calles. “Estoy desesperada, ya ni duermo, pensando que voy a llegar tarde al trabajo”, estalla Élida de la Cruz.

UN APUNTE

Niveles de violencia

Algunos expertos en la conducta humana atribuyen los niveles de violencia, estrés e insatisfacción que expresan amplios sectores de la población dominicana al caos diario que viven en el tránsito de vehículos. Poco a poco, aseguran, ese estado de cosas va minando la salud física, mental y emocional de la gente, hasta convertirlas en personas intolerantes.

Pilar Moreno

Periodista de vasta experiencia en el periodismo educativo y político