Opinión

Atención, Ministerio Educación

<P>Atención, Ministerio Educación</P>

Escuadrón de Rescate de la Parroquia Juncalito (EDEREPAJUN), así se llama al equipo de niños, adolescentes y jóvenes preparados para salvar a quienes tengan inconvenientes en nuestras montañas. Un nombre de guerra para este grupo que nació con formalidad en febrero de 2010, “en el corazón de la República Dominicana, donde existe un verdadero reino entre las montañas, el Distrito Municipal de Juncalito, dirigido por el síndico, en la Parroquia San Antonio de Padua”. (Así se anuncia en su página web).

La Escuela de Rescate EDEREPAJUN en Juncalito, base de estos recursos formados, invita a quienes quieran aprender primeros auxilios, de 8 años de edad en adelante, con espacio para grupos de 5 a 30 personas, a Escuelas, Colegios, Boy Scouts, Empresas y diferentes instituciones públicas y privadas a participar. Para estos fines promueven, por RD$ 2,500.00 por persona, fines de semana que incluyen: alojamiento y comida; entrenamiento en primeros auxilios; taller de comportamiento y seguridad propia en los balnearios, en las montañas y en el bosque; taller de sobrevivencia en caso de terremotos, tsunami o huracán; viaje por el río con entrenamiento de rescate acuático y ruta del café; todo con la asistencia de los oficiales de EDEREPAJUN en cada taller, para prácticas con los equipos más modernos y nuevos, dicen.

La página web, muy completa y con errores de lenguaje, empieza por definir el lema de EDEREPAJUN, “Con la ayuda de Dios, servir hasta el final! Nunca y por ninguna razón, dejar sin ayuda a los que confían en mi”. A seguidas, presenta a sus patrocinadores, haciendo un aparte especial para agradecer a embajadores, cónsules, empresas, al síndico y hasta al senador de Santiago, quienes han contribuido con el costeo de los viajes a Polonia de los entrenados. Todas personas de buena fe, atrapadas en el discurso de un “cura de pueblo con buenas intenciones”.

No sabemos si el Ministerio de Educación tiene registro de esta escuela, en caso de tenerlo, faltó la supervisión debida para descubrir irregularidades que el cura se permitió mantener durante ocho años. Lo contrario, es decir, no estar registrada, habla de la facilidad con que las iglesias, erigen sus propias instituciones sin necesidad de consultar con nadie.

Como sea, esta situación nos habla de mucho descuido de parte de todo el mundo, Estado, Iglesia Católica, comunidad y hasta familias afectadas, por suponer que estas actividades “de la iglesia” son buenas, en un tiempo en el que es, precisamente, ese empeño el que debe investigarse.

El Nacional

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