Opinión

Aun sea de rabia

Aun sea de rabia

En lo relativo a la prestación de servicios de salud, el Sistema de Seguridad Social se ha vuelto disfuncional, si es que alguna vez tuvo algo de efectividad, porque desde hace tiempo los pacientes figuran en medio del fuego cruzado de intereses entre Administradoras de Riesgo de Salud (ARS), clínicas privadas y los médicos.

Cuando se acude a un centro asistencial privado con cualquier plan de seguro, al paciente no le queda más remedio que morirse, aun sea de rabia, porque el médico dirá que no acepta los servicios de tal o cual empresa proveedora o exigirá un pago adicional.

Lo peor ocurre cuando se trata de una enfermedad catastrófica o de una cirugía urgente porque en la mayoría de los casos las ARS comunican al desdichado que su seguro no cubre la cobertura para esos tipos de enfermedades, en cuyos casos tendría que pagar decenas de miles o quizás millones de pesos.

Las Administradoras de Riesgos se creen con derecho a interpretar la ley de manera unilateral, por lo que se han arrogado el derecho de designar médicos y clínicas de una lista previa elaborada a su antojo y a semejanza de sus intereses.

Las clínicas aplican precios abusivos para internamiento, laboratorios y cirugías, en tanto que los médicos se defienden con la exigencia de pagos exorbitantes por sus consultas, para compensar los tres cheles que literalmente les asignan las aseguradoras.

Se dirá que para satisfacer las expectativas de un adecuado servicio de salud se requiere aumentar el coste o pago que realizan trabajadores y patronos, así como el Gobierno, en el seguro subsidiado, pero la verdad es que ARS, clínicas y médicos se pelean entre sí para determinar cuál infiere más azotes a los bolsillos de pacientes.

El problema más grave radica en lo difuso de la ley de Seguridad Social, en acciones monopólicas de intervinientes en el sector salud y la falta de autoridad para hacer cumplir reglas de juego basadas en transparencia, competencia y libre mercado.

El Consejo Nacional de la Seguridad Social (CNSS) y la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (Sisalril) deberían cesar el juego de la gallinita ciega e intervenir de manera radical para evitar que ARS, clínicas y médicos pateen a los pacientes como si fueran balones de fútbol.

El Nacional

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