Siempre se tuvo la sospecha, legítima o no, de que Joaquín Balaguer era (¿o es?) eterno.
En cierto modo él actuaba, salvo en los últimos años de su vida, como si nunca le hubieran ido a reclamar las inmemoriales diosas de la noche.
Pero su ausencia del registro como fallecido acaba de confirmarlo.
Nadie se atrevió a concebir tal posibilidad.
Para el mundo oficial, como para sus adherentes más decididos, Balaguer parece que planea vigoroso en la memoria inmortal de los siglos.
No hay un dominicano que se haya referido a él todavía como el difunto expresidente Joaquín Balaguer.
En un negocio que se encuentra a mano derecha de norte a sur en el borde mismo de la zona de Jarabacoa se lee claramente todavía (la pintura luce fresca): Carnicería Balaguer sigue.
Sus reformistas continuaron hablando de él, años después de recibir sepultura sus restos como el presidente Balaguer, probablemente por la antigua costumbre de tratarlo como un mandatario eterno y un líder infinito.
Una anécdota habla de que él en su cédula de identidad y electoral se hizo anotar, en el renglón oficio como Presidente de la República, acompañado de una serie de detalles, el primero de los cuales lo identifica como el número uno.
Todo un memorial de caudillo y de portador de un pacto inédito con la eternidad.
Se afirma de modo no oficial (pero hasta creíble) que Balaguer perteneció a una organización rosacruz (que tiene sus variantes, una de ellas por cierto, agresiva en sus ritos).
En sus años juveniles, Balaguer (que tal vez debió arrepentirse posteriormente de ello) publicó una célebre Tebaida en la que daba cuenta de su carácter de pura controversia.
En sus muy cuidadas y cuidadosas memorias se confesó escéptico y casi no creyente en el género humano. Pero lloró amargamente, como un niño, la muerte de su hermana Emma.
Asimismo, se lo liga a la militancia en la masonería como también, casi seguramente, Juan Bosch, Juan Pablo Duarte, Rafael L. Trujillo, Ulises Hereaux, llamado Lilís, José Martí, Simón Bolívar y casi, si no todos, los redactores de la Constitución de Estados Unidos.
Una segunda anécdota sobre Balaguer habla de otro pacto no menos incógnito, ya que fue enterrado justo a una llamativa medianoche cuando la sepultura del cadáver pudo haberse realizado perfectamente de día, dice la observación anotada.
Un viejo ex jefe policial llegó a declarar en privado que el fundador del Partido Reformista estaría en el Palacio Nacional por siempre y que si llegaba serle impedido caminar lo sacarían a tomar el sol en silla de ruedas.
Un hombre que permanece toda su vida en el Estado motiva hasta lo inverosímil, como aquella leyenda claramente opositora, que lo vincula, en los días más tétricos de los 12 años, en la explicación que daba a un amigo extranjero que lo visitaba sobre el local de su partido en Santiago.
-Esa, le diría aquél que fuera llamado por sustitución de nombre el doctor, es la sede de nuestra organización política.
¿Y el de al lado? ¿ qué edificación es esa? insistió el visitante.
Ese es el local de la oposición, le habría respondido, con una ironía apócrifa e incierta el líder reformista. (Al lado del local del PRSC en Santiago lo que hay destacado, desde hace más de un siglo, es el cementerio municipal).
UN APUNTE
Certificado de clínica
El 14 de julio de 2002 una clínica privada de la Capital certificó la muerte de Balaguer como producida por un paro cardíaco. Su cadáver fue sepultado en el cementerio Cristo Redentor, construido por él, después de tres días de velación en la cama que cada noche le daba albergue.
EL DATO
Balaguer irónico
En los días más tétricos de los 12 años, en la explicación que daba a un amigo extranjero que lo visitaba sobre el local de su partido en Santiago. -Esa, le diría aquél que fuera llamado por sustitución de nombre el doctor, es la sede de nuestra organización política. ¿Y el de al lado? ¿ qué edificación es esa? insistió el visitante. Ese es el local de la oposición, le habría respondido, con una ironía apócrifa e incierta el líder reformista. (Al lado del local del PRSC en Santiago lo que hay destacado, desde hace más de un siglo, es el cementerio municipal).