Opinión

Ausencia

Ausencia

Platón planteó la idea de que los seres humanos originalmente tenían cuatro brazos y cuatro piernas, pero que los dioses se sintieron amenazados por el poder de los humanos de manera que Zeus dividió a la gente en dos.

Continúa Platón que luego de la división, las dos partes del hombre, cada una deseosa de su otra mitad, se juntaron y pusieron sus brazos uno alrededor del otro en un abrazo mutuo, soñando en convertirse en uno solo, empezaron a morir de hambre y de dolor porque no querían hacer las cosas por separado.
Así comienza la necesidad de los humanos de tener pareja.

Esta introducción es apropiada para el tema que tocaremos en el artículo de hoy, que trata sobre la ausencia, muy probablemente la cosa más presente por irónico que resulte el hecho de pensarlo.

No existe soledad sin ausencia, ni ausencia que no remita a algún tipo de soledad. Podríamos decir que la ausencia es el parásito que habita en lo más profundo de nuestros recuerdos, sensaciones y anhelos.

Pocas cosas expresan mejor lo que somos que nuestra propia ausencia cuando somos sus representantes en las vidas ajenas; En nuestra vida particular, toda ausencia tiene nombre propio. Su eterna compañía es especialmente dolorosa cuando es inmerecida o cuando somos responsables de su existencia.

En estos casos, la magnitud del agujero negro que representa es insondable, un pozo sin fondo al que da miedo asomarse.

De alguna manera, el silencio, la distancia y la ausencia son también formas de suicidio y, en ocasiones, no nos queda otro consuelo que encontrarnos los unos con los otros en el infinito marco de la ausencia, resultando inevitable arraigar en lo más profundo de nosotros aquellas que no conocieron despedida.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.
De esta manera definió el maestro Jorge Luis Borges la ausencia, en un poema que nos obligaban a leer en la clase de literatura del bachillerato.

El Nacional

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