Volver a Nagua
Cotuí, R.D.- A ningún dominicano la playa le queda lejos, a menos que sea un dominicano que vive fuera de su patria como yo. No sé cuantos reconocen el gran privilegio. A mí me ha tocado reconocerlo desde que salí. Preciso tomar un avión o hacer un recorrido de carro de un día entero para poder contemplar el mar del país donde vivo.

De niña nuestra playa de los domingos era en Nagua: La Playa de Los Gringos o la Poza de Bojolo. Recuerdo que muchas veces íbamos después del almuerzo y allí nos encontrábamos con otros compueblanos y conocidos de la zona.

Ayer volví por allí y mientras hacíamos el trayecto volvieron a mi mente montón de recuerdos de mi infancia. En nuestros viajes a la playa siempre andábamos apretujados. Siempre con el carro o la guagua de mi padre sobrecargada. Además de ir los hermanos que ya somos muchos, siempre se invitaba a algún amigo.

Como olvidar aquella repetida cantaleta de mi madre pidiendo que nos cuidáramos mucho, las escenas de aquellos pueblos por los que pasábamos: Pimentel, Castillo, La Factoría, El Pajón y muchos otros que al regreso siempre tenían mucha gente en el medio usando las calles como parque.

Recuerdo que era todo una novedad cuando lográbamos ir a otra playa que no fueran las de Nagua. Alguna que quedara un poco más distante. Recuerdo que me parecían viajes muy lejos. Todo me parecía lejos. Hoy que vivo en un país del tamaño de un continente me di cuenta que en mi país todo está cerca y eso es un maravilloso recurso a aprovechar.

Ayer además de Nagua estuvimos en Cabrera y me encantó sentir que aún tenemos mucho espacio que no está invadido por el turismo de masa, que felizmente aún conservamos mucho para consumo dominicano. A unos minutos de Nagua descubrí lugares que aún no conocía como la Laguna Dudú y volví a decirme que mi país es un tesoro mal cuidado a veces y poco aprovechado por muchos. Con todo y eso mi país es una joya que mientras más voy y vuelvo más linda encuentro.