Opinión

Billini: otro olvidado

Billini: otro olvidado

Siendo apenas un niño, estudiaba en el liceo Unión Panamericana y un amable profesor, cuyo nombre no logro recordar, me hizo un regalo, inusitado para alguien de tan poca edad. Se trataba de un  libro cuya portada decía: Baní o Engracia y Antoñita.  Por honestidad debo significar, que tuve que esperar algunos años para recorrer de una manera consciente por sus páginas y conocer las costumbres de Baní.

 Ignoraba por completo, que el autor de dicho libro había pasado a la historia, como uno de los grandes próceres dominicanos, que había descollado como maestro y periodista, pero sobre todo, como un gran hombre de acción, por su activa participación en la guerra de la Restauración, donde demostró que amaba a su patria.

 Nuestro olvidado prócer, tuvo el privilegio de ser director del colegio San Luis Gonzaga, y el honor de enfrentar  a los gobiernos de Buenaventura Báez, recibiendo la categoría, no muy común, de ser un hombre de letras y un hombre de acción a la vez.

No hay dudas de que Francisco Gregorio Billini fue un ser humano extraordinario, pero su mayor virtud a resaltar fue su honradez, pues habiendo pasado por la presidencia, hay testimonios, de que solía pedir dinero a algunos de sus amigos, para pagar deudas menores.

Al igual que Meriño, Luperón y otros próceres, Gregorio Billini perteneció al famoso Partido Azul, (el mismo que llevó a Ulises Heureaux a la presidencia de la República) instrumento político que le dio la oportunidad de ascender al solio presidencial un 1 de septiembre de 1884.  Paradoja del destino, quien estaba imbuido de un verdadero ideal patriótico, solamente  permaneció un año en la presidencia de la República, después de haber soportado las diatribas y las intrigas políticas que generaban las luchas intestinas de la época.

  Harto conocido es, que Ulises Heureaux usó todo tipo de artimañas políticas para que el autor de “Flor del Ozama” saltara del poder sin que nadie pudiera impedirlo. Este gran dominicano, imperdonablemente olvidado, es el modelo del presidente honrado, sencillo y conocedor de que los cargos públicos son pasajeros.

 En Gregorio Billini se resumía el guerrillero y el Repúblico, el guerrillero y el patriota, el educador y el hombre de armas.

 Al momento de presentar su renuncia aquel 16 de mayo de 1885, pronunció un discurso que le retrata de cuerpo entero. Estas fueron sus palabras, dignas de ser grabadas con letras imperecederas, que sirvan de ejemplo a esta y a las futuras generaciones:

 “Cuando subí las gradas del solio presidencial para regir los destinos de la Patria, aunque pisé con firme planta hasta el último escalón, desconfié de mi gloria, porque traía el deseo de hacer mucho en bien de la República. Hoy, habiendo hecho muy poco, dadas las circunstancias, me parece que este descenso me enaltece”.

 Gloria eterna a nuestro olvidado prócer.

El Nacional

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