Opinión

Borges y Cortázar

Borges y  Cortázar

Luis Pérez Fondeur

Jorge Luis Borges nació un 24 de agosto. Julio Cortázar, un 26 de dicho mes. Regalaron una literatura breve inclinada a lo fantástico. Poco más tenían en común. Eran escritores de generaciones diferentes.
Ni Cortázar ni Borges concurrieron ni en lo político ni en su estilo literario. Cortázar jugaba con el lenguaje. Borges cultivaba el adjetivo certero en la frase quimérica y erudita.

Cortázar apostó por lo fantástico desde lo cotidiano. Borges desde lo mítico.

Borges se remite a los arquetipos de la fantasía, al conjunto universal de leyendas, a las fábulas, al gran museo de los modelos del cuento literario. Cortázar representa lo fantástico psicológico, las fisuras de lo normal y/o natural que permiten dimensiones ocultas. En muchos de sus relatos, los personajes de Cortázar serían algo así como nuestros parecidos, vecinos, amigos.

Buen ejemplo es el cuento, ya clásico, de Continuidad en los parques. Cortázar narra cómo un hombre sentado en un sofá lee una novela. Sus dos protagonistas son dos amantes que emprenden el asesinato del marido. En un punto se descubre que el marido es el mismísimo hombre que lee la novela.

En Borges, no. Borges sugiere lo prodigioso, a espacios como el laberinto del minotauro o el ajedrez, Las mil y una noches, lo supersticioso, a lo sagrado, a la filosofía o a sí mismo (Yo, Borges).

Ejemplo “El Aleph”. El cuento está narrado en primera persona particular, en una puesta en abismo en el narrador se identifica con la del autor y el protagonista del cuento. Ambos son luz, brillan sobre la ciudad de lo fantástico, dando el mismo resultado pero de diferentes objetos de iluminación astrales.

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