Opinión

Bosch: la Restauración

Bosch: la Restauración

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En las categorías de relación kantianas entran en función lo que este filósofo determinó como “los principios puros del entendimiento” y recibían el nombre de “analogías de la experiencia”, generalizando su fórmula hacia el enunciado de que “la experiencia es sólo posible por la representación de un enlace necesario de percepciones; o que todos los fenómenos están sujetos, en cuanto a su existencia, a reglas a priori que determinan sus relaciones respectivas en un tiempo” (Kant, 1781).

Desde luego, Juan Bosch no se refugió en Kant para posibilitar su analogía, sino en las relaciones dialécticas correspondientes, que Engels llamó análogos, los cuales pueden, no sólo designar los objetos materiales —en este caso de la historia—, sino a los resultados de las acciones del hombre, en tanto que objeto histórico.
De ahí, a que la apoyatura del escritor se haya fundamentado en la sustancia de las relaciones de producción imperantes en nuestro suelo a la hora de los acontecimientos que provocaron la restauración y sus intereses antagónicos, así como los índices de miseria generalizada del país en aquel momento y la discriminación etnosocial a que sometían los españoles nuestro pueblo.

Es decir, Bosch toma los patrones sociales imperantes en aquella época para presentar una teoría que convierte la guerra restauradora en una guerra de liberación nacional, una teoría sostenida por una analogía que —tanteando las dudas— la torna probable debido a los resortes cognoscitivos ya enumerados.

Aún más, Bosch instrumenta su teoría aportando los nexos más estrechos entre los héroes principales de la guerra restauradora (sobre todo la figura de Gaspar Polanco) y los de la revolución de abril (la relación de espontaneidad existente entre la formación de líderes a partir de un fenómeno violento que es condicionado por parámetros sociopolíticos determinados: Polanco-Caamaño, como ejemplo).
A Juan Bosch se le ha acusado siempre de haber introducido en el país la lucha de clases.

Podría ser, pero antes, mucho antes de que se declarara marxista (que no leninista), ya hablaba de tutumpotes y su discurso siempre estuvo vinculado a estrategias cercanas con la lucha de clases. Pongo de ejemplo del leit-motiv de la campaña electoral de 1982, en donde esgrimió el lema: “El PLD será gobierno con los pobres a su lado”. Entonces, sería lógico pensar que si las estrategias de Bosch se han apoyado en señalizar las luchas de clases como ubicación preponderante en el proceso histórico restaurador, haya sido él, precisamente, quien introdujera la lucha de clases en el país.

Esta constante se repite a lo largo de todos los capítulos del libro, que cuenta con veintiún unidades, organizadas a través de una segmentación que lo reduce a tres: a) una introducción; b) la unidad de los capítulos comprendidos del I al XVIII —con sus apéndices consistentes en tres artículos periodísticos publicados en el Listín Diario—, y c) las consecuencias sociopolíticas que ocasionaron la Revolución de Abril.

El Nacional

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