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Brahms, sólo Brahms

Brahms, sólo Brahms

El renombre mundial de la violinista surcoreana Kristin Lee, y del chelista norteamericano Jonah Kim es motivo suficiente para que los amantes de la música sinfónica llenen la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional el próximo día 9.

Y es que ambos unirán sus instrumentos para interpretar, con el acompañamiento de nuestra orquesta sinfónica dirigida por el maestro José Antonio Molina, el Concierto en La Menor, de Johannes Brams.

Esta obra la compuso el temperamental genio musical para su amigo el violinista Joseph Joachim, para quien había escrito su hermoso concierto para el instrumento.

Ambos artistas estaban distanciados, debido a que Brahms apoyó en una disputa marital a su esposa.
Y aunque Joachim continuó interpretando las obras del compositor, ambos se mantuvieron distanciados durante años.
Y la realización de este concierto fue el motivo que ideó Brahms para el reinicio de la amistad.

El violinista le pidió a Robert Hausmann, violonchelista de su concierto, que lo acompañara en la interpretación de la composición.

Esta obra fue la última para orquesta que ideó el versátil músico, enfrentando con paciencia y dedicación numerosos obstáculos.
Uno de ellos era el rol que en cuanto a su importancia daría a los instrumentos solitas y a la orquesta en los variados pasajes del doble concierto.

Además tuvo que emplear su habilidad comunicacional para no acceder a la persistente sugerencia del diestro violinista para que aumentara el virtuosismo en las partes protagónicas de su instrumento.

La primera presentación se realizó a nivel privado, estrenándose en función pública poco después sin despertar mucho entusiasmo.

Algunos musicólogos y críticos artísticos no mostraron unanimidad en cuanto a la calidad de la obra, y la opinión de Clara, la esposa de Schumann, siempre valorada por Brahms, no fue elogiosa.
Pero como sucede con las creaciones de los genios artísticos, el doble concierto fue adquiriendo aceptación en diferentes escenarios y públicos, y actualmente es pieza frecuente de los conciertos sinfónicos a nivel mundial.

Los diez años que siguieron a la creación de esta difícil pieza melódica, y hasta su muerte, Brahms los dedicó a componer música de cámara y piezas para piano, así como canciones que algunos afirman que están entre sus mejores composiciones.

La Sinfonía número uno 1 del compositor y pianista del periodo romántico forma parte del evento del día nueve.
Alguien dijo que el genio no era más que una larga paciencia, y otro afirmó que en las obras artísticas existía una mezcla de inspiración y transpiración.

Estas frases acuden a la mente al conocer que Brahms invirtió veintidós de sus mejores años para terminar su primera sinfonía.
Con el logro, convirtió en realidad el vaticinio de Robert Schumann, de que el entonces veinteañero músico sería una especie de continuador del universo sinfónico del justicieramente llamado coloso de Bonn, Ludwig Van Beethoven.

Por eso el afamado director Hans Von Bulow denominó a esta sinfonía la número diez, queriendo significar que podía aparecer como la continuación de la inmortal Novena Sinfonía, surgida del genio del sordo divino.

Brahms dedicó, en los primeros intentos fallidos por componer esta sinfonía, partes de ella a su Réquiem, y otras al concierto número 1 para piano.

Este concierto ocupó cinco años de la vida del a veces inseguro compositor, y una de sus característicos es que el protagonismo del instrumento solista no alcanza las dimensiones de otros de su género.

Es por eso que muchos expertos de la música de los grandes maestros lo califican, al igual que al número 2 del mismo autor, como sinfonías con acompañamiento de piano.

Como dominicano me siento orgulloso de que nuestra sinfónica, y su versátil director, puedan asumir, con la serenidad y confianza que da la consabida destreza, el tránsito peligroso que implican las dos citadas obras.

Y también enfrentar al actual exigente público versado, que prodiga el aplauso largo y estruendoso, sólo cuando un evento sinfónico es de auténtica, absoluta calidad.

El Nacional

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