Opinión

Breve que  te quiero breve

Breve que  te quiero breve

Odisea sideral: un grupo de astrónomos dedicaron 5 años para obtener detalles de las 15 mil estrellas más próximas a la Tierra. Su conclusión fue: si nuestra galaxia fuera una  gigantesca metrópoli con 400 mil millones de habitantes, donde cada habitante equivale a una estrella, entonces el sistema solar equivaldría a una diminuta calle cerrada a las afueras de dicha ciudad.

Sí, un simple callejón en una muy zona despoblada, donde el vecindario solar estaría muy vacío, sólo 9 (los 9 planetas) todas con escasa luz eléctrica, dado que el sol es una estrella demasiado pequeña que gira en la parte más externa del brazo más extendido de la Vía Láctea, que es una región particularmente vacía de materia de nuestro vecindario sideral.

Así que ya lo sabe: no sólo no somos el centro del universo como se creía en la antigüedad, sino que ni siquiera somos el centro de esta galaxia, ya que con desesperante modestia nos ubicamos en un remoto rincón de su espiral, donde nuestro fúlgido sol domina un área de apenas un año-luz cúbico, literalmente una luciérnaga perdida entre un mar de soles gigantescos. El reino del astro rey es de apenas un año-luz, en una Vía Láctea con 150 mil años-luz de diámetro. ¿Ya lo captan?

Se estima que el sol nació de una nube de gas. Se formó con los restos de una estrella previa que murió de vieja, estallando en mil pedazos. Algunos expertos creen que el sol nació de un parto múltiple junto con un grueso racimo de estrellas, pero de alguna forma fue despedido por una fuerza poderosa hasta ser relegado al remoto rincón que ocupa. En el proceso, se desprendió de muchos residuos,  que hoy pomposamente denominamos planetas y los miles de miles de satélites, asteroides y cometas, que orbitan por aquí y por allá.

Para que vean cuán grande es la Vía Láctea y cuán minúsculo es el sol, desde que nació, nuestra infatigable estrellita apenas ha dado  20 vueltas alrededor de la galaxia,  sin chocar con ningún astro, dado el colosal vacío imperante. Digamos que el sol es como una hormiguita atravesando un desierto, ya que el espacio entre estrellas es inmenso. ¿Otro ejemplo? Si nuestra galaxia fuera una cajetilla de cigarrillos, el sol equivaldría a una mínima porción de la ceniza que arroja uno de esos cigarrillos  encendido.

Si pudiéramos subir a una torre tan alta como maravillosa, de un cuatrillón de kilómetros de altura, para contemplar las estrellas más cercanas, comprobaríamos cuán solitarios nos encontramos, literalmente rodeados de soledad galáctica, ya que apenas descubriríamos desde ese mirador privilegiado que en un rango de 10 años-luz apenas hay  estrellas y párele de contar, o sea: nuestro propio sol, seguido de Próxima Centauri,  un sistema de 3 estrellas muy juntas entre sí, la estrella de Barnard, la  Wolf, la estrella Lalande, para concluir con  Sirio A, que es muy grande, y Sirio B, muy pequeñita. Sanseacabó.

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