Opinión

Breve que te quiero breve

Breve que te quiero breve

Abraham Lincoln fue el decimosexto Presidente de los EU, en 1860. Abolió la esclavitud, y fue el líder de la reconciliación tras la guerra civil de ese país. Su asesinato en 1865 fue el primer magnicidio de la historia. ¿Qué hizo Lincoln por República Dominicana que una de las más importantes avenidas de la capital lleva su nombre? Absolutamente nada. Ni supo que existía en el mapa.

Winston Churchill: escritor, militar, orador y primer ministro británico, ganador del Premio Nóbel de Literatura en 1953. Una de las grandes figuras por cuya vibrante retórica Inglaterra salió triunfante en la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué hizo Churchill por República Dominicana, que una importante arteria de Santo Domingo lleva su nombre, mencionada miles de veces al día por los dominicanos que la citan como referente urbano? Absolutamente nada, ni siquiera la alude en sus 5280 discursos y 12734 cartas.

George Washington fue el primer Presidente de los EU, en 1789, comandante de la Independencia y Padre de la Patria de ese gran país. ¿Qué hizo Washington por República Dominicana, que la gran avenida costera de la Ciudad Primada, su malecón, coronado de esbeltas y seculares canas, lleva su nombre a lo largo de más de una docena kilómetros de cara al mar Caribe? Absolutamente nada.

John F. Kennedy fue el trigésimo quinto presidente de los EU, siendo el gobernante que forjó la vanguardia de su país, y el más carismático de todos los tiempos. ¿Qué hizo Kennedy por República Dominicana que por su vía enlazamos con la Autopista Duarte, en un acrobático cruce de nacionalidades que nada tiene que ver el uno con el otro, salvo el asfalto que los ata? Absolutamente nada.

Freddy Beras Goico ¿Qué hizo por su país que cualquier gran avenida aplicaría para llevar su eternamente nombre, para orgullo de los capitaleños? Todo, absolutamente todo lo que su grandeza humana le permitió, gigante entre gigantes, el último gran héroe de nuestra historia, extraordinario trinitario dominicano y gloria nacional de todo un pueblo. Dedicado a Manuel Arturo Suárez, gran profesional y mejor amigo, por haber inspirado esta columna.

El Nacional

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