Opinión

Breve que te quiero breve

Breve que te quiero breve

Todo sobre el laurel: esta planta es sinónimo de historia, tradición y grandeza. En la antigüedad los romanos, en las festividades del dios Saturno, entregaban una corona de laurel a los hombres que se destacaban por su valor o por sus méritos en los deportes. Petrarca, el padre del humanismo, y luego el poeta italiano Dante, usaron esta corona como señal de engrandecimiento y fama. Con el tiempo engrandeció sus valores, con el término laureado, que hace alusión a un honor. En los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004 se retomó esta tradición y a los ganadores de las distintas disciplinas se les impuso una corona de laurel en la ceremonia como parte del premio. En la célebre columna de Trajano hay esculpida una corona de laurel que representa su triunfo en las campañas militares de Roma.

El laurel tiene su historia: el dios helénico Apolo se enamoró de la ninfa Dafne y se lanzó en su persecución. Pero Dafne, que sufría el efecto contrario, huyó de él. Y la ninfa corrió y corrió hasta que agotada pidió ayuda a su diosa protectora, Artemisa, la cual determinó convertir a Dafne en laurel. Cuando Apolo alcanzó a Dafne, ésta iniciaba la transformación: su cuerpo se cubrió de dura corteza, sus pies fueron raíces que se hincaban en el suelo y su cabello se llenó de hojas. Apolo se abrazó al árbol y se echó a llorar. Y dijo: “Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes coronarán las cabezas de las gentes en señal de victoria”.

El laurel ha sido visto como una especie de pararrayos y que poner algunas hojas de esta planta en las entradas de las casas, protege contra las tormentas. En algunos países el laurel se siembra en los hogares para llamar a la fortuna. ¿Qué les parece?

El Nacional

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