Durante mucho tiempo, la Tierra y Venus fueron llamados planetas gemelos, pero en realidad nuestro mundo y Venus son absolutamente diferentes. Si bien son similares en cuanto a tamaño, masa y composición, el día en la Tierra dura 24 horas, mientras el día de Venus dura 224 días de los nuestros.

Venus no tiene placas tectónicas móviles como la Tierra, pero en su lugar se producen masivas erupciones volcánicas, casi todos los días. El campo magnético de Venus es bastante débil, el de la Tierra extremadamente fuerte.

Venus no tiene satélites, la Tierra sí. Venus es un horno colosal dado que la enorme cantidad de dióxido de carbono de su atmósfera provoca un fuerte efecto invernadero que eleva la temperatura de la superficie hasta los 464 °C, por el hecho de retener la mayoría de los rayos del Sol que le llegan. Esa es la razón por la cual es el segundo cuerpo más brillante de la noche, después de la Luna.

La superficie de Venus es 90 veces superior a la presión atmosférica en la superficie terrestre, que nos haría explotar con la fuerza de un globo pinchado en cuanto pusiéramos un pie en su suelo. Venus describe en el espacio una órbita casi circular, mientras que la órbita de la Tierra es elíptica. Lo peor es que Venus exhibe un movimiento retrogrado, (al igual que Urano), sin saber nadie sabe por qué viaja en sentido contrario, totalmente diferente al resto de los planetas del sistema solar.

Lo que sí tienen en común ambos planetas es su nombre, equivocados los dos, ya que nuestro mundo es 75% agua, pero se llama Tierra, mientras que Venus lleva el nombre de la diosa de la belleza griega, cuando a lo más parecido al infierno. ¿Qué le parece?