Opinión

Brumosas perspectivas

Brumosas perspectivas

En Venezuela, el Gobierno celebrará el domingo, contra viento y marea, las elecciones que ha convocado para reformar la Constitución. La comunidad internacional, Estados Unidos y muchos menos la oposición impedirán que el presidente Nicolás Maduro imponga el cuestionado recurso para legalizar el golpe institucional a la Asamblea Nacional.

Fracasado un primer intento, cuando fue intervenida por el Poder Judicial, el Ejecutivo encontró en la Constituyente la vía para implementar su perversa maniobra.

La gran pregunta: ¿qué pasará después que el oficialismo propine la mortal estocada al sistema democrático?
Aunque el Gobierno está contra las cuerdas, sostenido solo por las Fuerzas Armadas y bandas paramilitares que aterrorizan a la población, no se vislumbra una solución como no sea a través de la negociación y la presión internacional.

Con unas autoridades que han demostrado estar dispuestas a todo, forzar una salida violenta sería provocar un baño de sangre en que la población civil cargaría con la peor parte, como ha ocurrido hasta con las masivas y desafiantes protestas. Un detalle que siempre ha de tenerse muy presente es que de América Latina los militares venezolanos están entre los mejores equipados.

Cuando el petróleo estaba a un precio tan elevado que daba para fomentar programas tan bien concebidos como Petrocaribe, el comandante Hugo Chávez ni su sucesor pensaron en el aparato productivo, sino en abastecerse de los armamentos más sofisticados para resistir la imaginaria agresión del “imperialismo yanqui”.

Desde que en 2015 perdió el control del Parlamento, el Gobierno se ha atrincherado para evitar su caída. Su primera jugada sucia fue propiciar que legisladores que habían perdido sus curules eligieran a los jueces del Tribunal Supremo, que hoy es el instrumento que legaliza sus violaciones. Consciente de que su encanto se había agotado y de que no las tenía todas consigo, Maduro jamás convocó a las elecciones regionales y municipales.

Si resistió ese mandato de su propia Constitución era previsible que mucho menos acataría la convocatoria del referendo revocatorio que aprobó la Asamblea. Como había que ganar tiempo trató en vano de dividir a la oposición y someterse a unas farsas rondas de diálogos.

Entre los muchos recursos para amedrentar a la población fuerzas oficialistas ocuparon la sede de la Asamblea, nada más que el 5 de julio, Día de la Independencia, y golpearon a varios legisladores.

El mismo día del plebiscito bandas paramilitares mataron a dos personas durante un asalto a un centro de votación. En medio de ese panorama es que Maduro ha convocado su Constituyente para legalizar el salto al vacío que sería la eliminación del Congreso.

El Nacional

La Voz de Todos