La avenida París ha heredado de la Duarte, el caos en el transporte público y el ocasionado por los vendedores ambulantes y de los denominados buhoneros, que ahora están situados debajo del elevado de la citada vía, que se extiende hasta la Plazoleta La Trinitaria.
La arrabalización es más notoria gracias a casetas improvisadas y mal construidas, tramos y mostradores, fabricados con lo que aparezca, hojas de cinc, lonas sucias y rotas, huacales plásticos, neveras viejas y cualquier cosa que se pueda usar como mesa o cobija.
En estas casetas y mostradores se exhiben ropas nuevas y usadas, zapatos, tenis, carteras, celulares, juguetes, frutas y la más diversa variedad de artículos y productos se ofertan aquí. Es como el mercado de pulgas, pero todos los días, dijo alguien.
Confluyen en el lugar un bullicio permanente, gente aglomerada en las llamadas Agáchate Boutique, gran cantidad de carros y guaguas del transporte publico tocando bocina y vociferando sus rutas y basura acumulada por doquier.
Todo ello hace de la zona un área de desastre, mientras las posibles soluciones lucen cada día más lejos, ya que los proyectos del Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN) no plantean soluciones definitivas, sino que trasladan el problema a otras zonas como se evidencia con este caso.
Pedro Rojas, vendedor, afirmó. El síndico no resolvió nada con retirarnos de la Duarte, ya que se sabía que las casetas eran para unos cuantos y los demás qué haríamos, en la plaza de los buhoneros de la José Martí, nadie quiere estar ahí, porque no va gente ni se vende nada.
En algunos tramos de la París, también debajo del elevado, desde media mañana comienza la invasión de los olores a carnes, habichuelas y arroz, que son cocinados para ser servida a la abundante clientela conformada por vendedores, buhoneros, motoconchistas, choferes y cobradores.
La calle París es una vía relativamente corta de dos carriles, comienza en la Juan Bautista Vicini y termina en la plazoleta Trinitaria, la acera debajo del elevado está ocupada por los buhoneros y los negocios antes citados, y opera también como parqueo para guaguas y carros.
La otra acera y parte de uno de los dos carriles, es tomada por los vendedores de víveres y verduras y por choferes que operan aquí sus paradas.
Mire, para mí esto es una bendición, puedo comprar como en el mercado, a buen precio, traigo mi bulto y solo pago dos pasajes, de aquí a Alma Rosa, dijo una mujer de nombre Luz. Pero de este desorden viven miles de personas.