MEXICO. AP. El presidente Felipe Calderón viaja a Washington en una visita de Estado en medio de un ambiente tenso por el enorme costo que significa la guerra antidrogas en México, la filtración de cables diplomáticos, el ingreso de armas estadounidenses a su territorio y una serie de iniciativas antimigrantes en Estados Unidos.
Mientras Calderón se apresta a reunirse el jueves con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, las frustraciones han salido a la luz y la retórica, de cierta forma, ha retrocedido a la década de 1980, cuando los gobiernos de ambos países intercambiaban críticas rutinariamente en temas sobre narcotráfico, lavado de dinero, comercio e inversión.
La visita sucede a poco más de dos semanas de la muerte del agente del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), Jaime Zapata, que fue baleado en una carretera del norte de México el 15 de febrero _ con un arma que fue adquirida en Estados Unidos.
La muerte del agente trajo de nuevo las dudas del gobierno estadounidense sobre la capacidad de México para controlar la violencia, pero al mismo tiempo México empieza a molestarse por lo que considera una falta de voluntad de Estados Unidos para reducir su demanda de drogas o frenar el flujo de armas, lo que refuerza un conflicto que ha costado más de 34.600 vidas desde que Calderón llegó a la Presidencia en el 2006.
En qué tienen que cooperar los estadounidenses? En reducir el consumo de drogas, no lo han reducido.
