Opinión

Callejón sin salida

Callejón  sin salida

Venezuela necesita que le devuelvan la democracia, que es pedazo de su historia moderna. Cuando las dictaduras militares todavía ejercían su cruel y férreo dominio en América Latina, la nación sobresalía como modelo de uno de las sistemas más sólidos de la región.

Las denuncias de sus gobernantes contra los crímenes y la represión de las tiranías y el apoyo a los movimientos políticos que las combatían constituyeron un inconmensurable aporte a los pueblos que luchaban por sacudirse del yugo, e incidieron en el atentado del 24 de junio de 1960 patrocinado por el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo Molina contra el presidente de la nación bolivariana, Rómulo Betancourt.

Esa Venezuela que tanto hizo para que el sistema democrático se estableciera en la región, con cuya solidaridad en apremiantes circunstancias política y económicamente están en deuda países como República Dominicana, sufre cada día más la mutilación del espacio democrático cometida por un Gobierno que ha perdido el apoyo de la mayoría desde que los precios del petróleo comenzaron a derrumbarse en los mercados internacionales.

El desabastecimiento de alimentos, medicinas y últimamente hasta de gasolina, con todo y ser una potencia en la producción de hidrocarburos, ha tornado más tétrico el panorama. Sin hablar del elevadísimo índice de criminalidad.

El frustrado atentado contra el orden institucional, criticado hasta por la propia fiscal general de Venezuela, ha colocado al Gobierno de Nicolás Maduro sobre un saco de faquir. La comunidad internacional condenó de inmediato a todo pulmón la decisión del Tribunal Supremo de inhabilitar y asumir las funciones del Parlamento y despojar de inmunidad a los diputados.

Aunque el Poder Judicial reculó las intenciones de legitimar la dictadura que prevalece en la nación se hicieron más palpables. Con tantos palos a ciegas de un gobernante acorralado, que se encuentra en un virtual callejón sin salida, no se puede culpar a la estaca de que el maco brinque y se ensarte.

Mientras la Organización de Estados Americanos (OEA) promueve excluir a Venezuela de la Carta Democrática, el recurso del diálogo que enarbola Maduro carece de crédito.

Hasta el Vaticano, que es mucho decir, abandonó su mediación para encontrar una salida negociada a la crisis política darse cuenta de que no había sinceridad en conversaciones que se reducían a una tomadura de pelo o una maniobra del Gobierno para ganar tiempo. Acordar la convocatoria de elecciones libres en el más breve tiempo y liberar a los presos políticos nunca han formado parte de la agenda del oficialismo. Y como está el panorama la salida no es otra, por más que Maduro resista y embista.

El Nacional

La Voz de Todos