Opinión

Caminos equivocados

Caminos equivocados

Uno observa el panorama político, económico y social de la República Dominicana y de inmediato surge la inquietud de si vamos o no por caminos equivocados, esos que conducen a cualquier parte menos al destino originalmente perseguido.

Las constantes huelgas y otras manifestaciones de protestas en comunidades de provincias, algo nada nuevo, indican claramente que los reclamos que formulan se deben al incumplimiento de las promesas hechas por los gobernantes y sus partidos, entre ellos el que está en el Poder.

La corrupción, la impunidad, la delincuencia común y la de cuello blanco, junto a los problemas económicos de la población a pesar del creciente endeudamiento externo, han provocado entre muchos dominicanos una inestabilidad emocional pocas veces vista.

Eso quizás explique el alto índice de asesinatos de mujeres por parte de sus parejas o ex parejas, además del aumento de la violencia doméstica y callejera, que parecen no tener fin. Cada día, la prensa nos pone al tanto de tantas tragedias, que a muchos hace pensar que nos estamos volviendo locos.

Los dirigentes políticos, tanto del gobierno como de la oposición, inmersos en una campaña electoral para llegar a la Presidencia o mantenerse en ella, ni siquiera orientan al pueblo de estos temas de tanta envergadura, limitándose, como siempre, a tratar de buscar culpables.

¿Cómo puede uno esperar que se celebren elecciones libres y limpias cuando existe un control casi absoluto del gobierno sobre las principales instituciones deliberativas, entre ellas la Junta Central Electoral (JCE) presidida por un militante del oficialismo que obstaculiza el reconocimiento de organizaciones políticas que no son de su agrado?

Ningún país soporta tantas iniquidades sin que poco a poco vaya creándose un sentimiento colectivo de rebeldía, que más temprano que tarde puede manifestarse en un estallido peligroso o en la selección de un “iluminado” que posiblemente representaría un remedio peor que la enfermedad.

Está claro que nadie en su sano juicio desea eso, sino que las altas autoridades de la Nación reflexionen y piensen si estos son los mejores caminos que debe recorrer el pueblo dominicano.

Si no están en disposición de reflexionar, por lo menos que lean algunos libros sobre la Historia de la Humanidad, para que comprueben que los gobiernos que maltratan a sus pueblos siempre terminan mal, como siempre ha sucedido en la República Dominicana.

Los que dirigen la llamada “cosa pública” deberían mirar hacia la juventud, gran parte de la cual sufre en carne propia el abandono de que ha sido víctima, lo que la lleva por los equivocados caminos de la delincuencia, tal como son los que los gobernantes quieren que recorramos.

El Nacional

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