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Capital metrópoli caótica, ruidosa e insegura

Capital metrópoli caótica, ruidosa e insegura

El crecimiento desproporcionado del Distrito Nacional, mientras los campos dominicanos se quedan parcialmente despoblados, ha creado una serie de problemas que van desde el desorden urbanístico, la arrabalización, la contaminación y el caos en general.

En la metrópolis de Santo Domingo parece desbordarse la capacidad de desplazamiento vehicular a ciertas horas del día. Desde las 6:30 a.m., hasta las 9:00 a.m., todos los puentes que unen la provincia con el Distrito Nacional quedan totalmente congestionados y desde esa hora cientos de personas se instalan en las aceras de las vías para vender café, té, empanadas, frituras y demás.

Los elevados, calles y avenidas principales y también los pasos a desnivel son copados por vehículos de todo tipo, cargados de productos y personas que intentan llegar a su lugar de trabajo, centros de estudio y médicos, oficinas gubernamentales, negocios o cualquier otro lugar que se desee.

Destacamos que todas las actividades comerciales formales, oficinas públicas, privadas y docentes inician sus operaciones a las 8:00 de la mañana.

Esta particularidad crea una cadena de circunstancias que terminarán afectando los perfiles psicológicos de los individuos que se enfrentan diariamente a un estrés citadino de consecuencias indeterminadas.
Todo este problema que se origina en el tránsito en horas de la mañana, se repetirá en horas de la tarde, de 5:30 a 7:30 de la noche, pero en sentido contrario.

Caótica al extremo

No hay mejor definición de caos que la experiencia que puede vivirse a partir de las 7:30 de la mañana en la intersección de las calles Duarte y París, en el Distrito Nacional. Cientos de hombres y mujeres que se mueven de un lugar a otro, todos con metas y motivaciones muy diferentes.

Unos buscan un transporte que abordar, otros acaban de bajar de uno. Cientos alistan sus mesas para vende y ganarse el sustento de sus hogares. Decenas llegan a cada instante para ser los primeros en comprar. Aquí hileras de mostradores son colocados en plena acera y debajo del elevado que les sirve de cobija.

Parte de la calzada destinada para los vehículos es invadida por tricicleros vendiendo víveres y frutas que impiden el libre tránsito de personas y máquinas.

Cabe destacar que este caos en sentido general se puede presentar en cualquier lugar y momento sin un aviso previo. Los grandes congestionamientos durante todo el día son parte del desorden del diario vivir en toda la ciudad.

Multicolor

Un mar que parece juntarse con el cielo, ambos con diferentes tonos de azul, una ciudad bordeada por un cinturón verde de vegetación, dos ríos (Ozama e Isabela), con un tinte marrón que casi se asemeja al color de la tierra.

Avenidas y calles, muchas llenas de hoyos con diferentes escalas de negros y grises, separadas por rayas amarillas y blancas, y en algunos lugares puntos color naranja (conos) o verdes (agentes de AMET).

Una variedad de razas habitan la capital dominicana, no es extraño encontrarse en la calle con personas de distinto color de piel y rasgos diferentes, vestidas con sus gustos particulares hablando en diferentes dialectos e idiomas.

Vehículos copan las calles con todos los colores existentes siendo la gran mayoría grises y blancos. Pequeñas camionetas cargadas con todo tipo de frutas y víveres de variopintos. Edificaciones, casas y monumentos, pintados, sin pintar, cuidados y otros abandonados son parte de los contrastes de esta ciudad cada vez más cosmopolita.

Antiguo y vintage
La Ciudad Colonial, la más vieja de la isla, con sus colores opacos o más bien sus tonos hierro o tierra, neutros y cálidos acompañados de otros más y menos suaves, y de la inconfundible calidez de la madera; junto con las construcciones viejas y otras no tan viejas le dan un aire de antigüedad al lugar.

La Puerta de El Conde, la Catedral Primada de América, el Alcázar de Colon, la Fortaleza Ozama, las ruinas de San Francisco, entre otras edificaciones, son los silentes testigos del tiempo de esta ciudad.

Sus calles en adoquines encima de arena, los carruajes tirados por caballos, las casas de tiempos no tan lejanos y las bicicletas con colores pasteles evocando el siglo pasado, le ponen el sello clásico y vintage a toda esta urbe.

Olores
Una variedad de olores muy particulares y aunque algunas veces están bien definidos, en otros casos no. Muchas áreas en cualquier entorno de esta ciudad se convierten en horas de la mañana en sitios para la venta de desayunos: víveres hervidos con huevos, salami, queso o espaguetis, empanadas, tostadas, etc., emitiendo distintos olores.

Ni hablar de los vendedores de té y café cuya aromatización es inconfundible. Ya al mediodía el olor a comida se vuelve viral en todo Santo Domingo, ya que se improvisan cocinas y puestos de venta de alimentos, en donde miles de empleados almuerzan al aire libre, el plato del día a un costo que va de 100 a 125 pesos.

El olor a campo y frutas es muy notorio, no solo en los alrededores de los mercados, sino también en las calles invadidas por guaguas anunciadoras. Además un fuerte y penetrante olor a flores, que se mezcla con otros más y menos intensos invaden toda la zona del Pequeño Haití entre San Carlos y la Ciudad Colonial.

Un fuerte olor a mar y salitre mezclado con el monóxido de carbono de las patanas y camiones, se percibe en todo el Malecón de Santo Domingo.

Ciudad hermosa
Ubicada en la costa sur de la isla y con un largo malecón bañado por el mar Caribe. Con su centro histórico que aloja la Ciudad Colonial que tiene decenas de museos y monumentos históricos. Así como pequeñas tiendas gift shop, cafés y vendedores de cuadros y otros al aire libre que dan un aspecto refrescante y bello a todo el entorno.

Un polígono central con altos edificios, grandes centros comerciales y plazas con tiendas de marcas exclusivas (llenas de hermosas mujeres y hombres laboriosos), sin lugar a dudas y muy a pesar de otras cosas negativas hacen de la capital una bella ciudad.

Sus hermosas avenidas repletas de hoteles y restaurantes de alta gastronomía de todas partes del mundo, una variedad de bares, cafés, discotecas y puestos de comida rápida, hacen que muchas partes de la ciudad también se tornen agradables y entretenidas a pesar del gran contrate que se observa.

Ruidosa

Al mencionar ruidos, no necesaria y exclusivamente se habla de equipos de sonido en vehículos o negocios de expendio de bebidas. También hablamos de guaguas anunciadoras, disco lays, motocicletas o vehículos sin mufflers, talleres de cualquier tipo que usan maquinarias y plantas eléctricas ruidosas.

Esquinas como la Duarte con París, con una fuerte contaminación sónica, en donde las vociferaciones, el rugir de los motores y las bocinas de los vehículos convierten el área en un infierno.

Colmados, drinks, iglesias, casas de familias y vehículos individuales hacen de muchos barrios del Distrito Nacional lugares en los cuales hay días y horas donde no se puede permanecer.

Sucia y contaminada

Tres características que están íntimamente relacionadas entre sí y se conjugan en el problema de la basura, que es uno de los males que aquejan a esta ciudad y que engloba los tres factores ya mencionados; sin embargo, resolver el problema de los desechos no solucionaría el mal de la suciedad.

El Distrito Nacional es una ciudad sucia, no solo por la dejadez de la alcaldía, sino también porque sus habitantes en su mayoría también lo son.

Tiran la basura donde quiera aunque haya horarios para pasar a recogerla. Muchos negocios sacan los desperdicios y los dejan en bolsas plásticas que serán rotas por perros realengos y buzos en busca de algo de valor.

La suciedad y los malos olores se sienten en cualquier lugar, cualquier día a cualquier hora. Olor a orina, a materia fecal, hedor a animales muertos, a basura y cloacas, entre otros, son comunes en muchos puntos de esta ciudad, principalmente debajo de los elevados y puentes peatonales, que son como letrinas públicas.

Pero ni hablar cuando los camiones recolectores, deben compactar la basura, que expelen un líquido que produce un olor nauseabundo que dura todo el día.

Obsérvese que la capital no tiene baños públicos, ni unidades para recoger animales muertos, ni casas de acogida (para que los indigentes duerman), no tiene sistema de control de ratas, ni perreras municipales, etc. Lo que si tiene son hombres y mujeres que trabajan de manera informal en la calle, donde hacen sus necesidades fisiológicas.

Sobre la contaminación que no es producida por la basura, hay que tener bien claro que cientos de talleres de reparación de vehículos, de pintura, ebanisterías, de mecánica, fabricación de todo tipo de productos, contaminan la ciudad a cada instante.

EL DATO

El dato

En los últimos años
Republica Dominicana ha experimentado un auge económico con un índice de crecimiento anual del PIB de 4,9 %, superior a la mayoría de los países latinoamericanos, según datos de la Comisión Económica para América Latina.
Las grandes construcciones viales y de infraestructuras del gobierno, el desarrollo inmobiliario y comercial, y el aumento del turismo así lo evidencian. Sin embargo este crecimiento no parece beneficiar a los pobres y por el contrario va abriendo una brecha cada vez mayor entre los gentiles.

El Nacional

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