Opinión

Cápsulas

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La contundente, aplastante, merecida e histórica victoria política que convierte a Barack Obama en presidente electo de los Estados Unidos, es al mismo tiempo una reivindicación del martirologio del doctor Martin Luther King.

La maravillosa, tremenda y aleccionadora victoria política que convierte a Barack Obama en el primer presidente negro de los Estados Unidos, es un reconocimiento póstumo a lo que durante tantos años sembró a nivel congresional el negro Adam Clayton Powell.

La bien saboreada, agradable y prístina victoria política que permitió a Barack Obama convertirse en el presidente número 43 de los Estados Unidos, es, por ósmosis, un homenaje a quien hasta ese día era el estadista negro que más lejos había llegado en ese país: el reverendo Jassie Jackson.

La satisfactoria, apabullante y simpática victoria política que hizo de Barack Obama un presidente histórico para los fines de USA, es un valor agregado a la lucha que en la década de los años de 1950 libró la dama que se negó a pararse para que un blanco se sentara en aquella guagua histórica: Rosa Park.

Ese 53 por ciento, esos casi 7 millones de votos universales y ese duplicar los votos colegiales de su adversario McCain, son para Barack Obama un regalo que él hace a aquella Marian Anderson a quien le negaron, siendo la soprano número uno, cantar en el Congreso.

La abultada, trepidante y gigantesca victoria del senador que pasa del Senado a la Casa Blanca con una votación histórica, representa en el tiempo un soporte a Hattie McDaniel, primera de su raza que ganó un premio Oscar, el secundario como la nana de Scarlet O´Hara en Lo que el Viento se Llevó.

La extraordinaria y carismática victoria política que lleva a Barack Obama a estar al lado de los grandes hombres de la historia, es también un cheque en blanco (¿o en negro?) a la brigada negra que peleó en la Guerra Civil del período 1861-1864.

La emancipadora y libertaria victoria política que encauza a Barack Obama hacia una casa pintada de blanco que ahora tendrá un jefe negro, es un recuerdo a lo que hizo hace 145 años el manumitor de los esclavos, el paladín de negros y de blancos, el héroe de la unidad de la Unión Unida: Abraham Lincoln.

Lo que pasó el ya histórico y glorioso martes 4 de noviembre de 2008, viene a ser la culminación de lo que iniciaron los que entregando sus vidas lucharon contra el malvado Lynch.

Lo que sucedió esa noche, que será recordada por el resto de la humanidad y por los siglos de los siglos, viene a ser un paliativo a lo que sucedió la noche de “La Masacre de Mississippi”.

Barack Obama, su triunfo excelso y su acción sin precedente marcan una raya que comienza, para fines de la literatura moderna, con esa notable escritora que fue Harper Lee y su defensa para evitar que mataran un ruiseñor.

Quizá sin proponérselo, el gigante negro Barack Obama reivindicó lo que a finales del siglo 17 y principios del siglo 18 hizo el más notable estadounidense de todos los tiempos: Thomas Jefferson y su amante negra e hijos negros.

Y en cuanto a traer la victoria del líder negro de los negros y de los blancos, o sea, Barack Obama, su victoria el decisivo 4 de noviembre le da la razón al gran poeta Manuel del Cabral y su presidente negro.

Negros de los Estados Unidos: ¡Martín Luther King te lo prometió y… Barack Obama te lo cumplió!

El Nacional

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