Opinión

Cápsulas

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Si en Estados Unidos hubieran prohibido educar a los hijos de los inmigrantes la República Dominicana se hubiera perdido el privilegio de tener como presidente de la República a un hombre de la categoría de Leonel Fernández.

Si Francia hubiera prohibido educar a los hijos de los inmigrantes de Córcega la propia Cuna de la Libertad no hubiese tenido a su hijo más ilustre: Napoleón Bonaparte y Ramolino.

Si Hollywood hubiera prohibido la entrada a su industria a los hijos de los inmigrantes rusos hoy la Meca del Cine no tendría el brillo que le proporciona Michael Douglas.

Si Suiza hubiese prohibido que inmigrantes alemanes-judíos ingresaran a vivir y trabajar allí hoy la humanidad no tendría de su lado los formidables aportes del genio de genios: Albert Einstein.

Si las Grandes Ligas hubiese mantenido la barrera racial que Jackie Robinson rompió en 1947, los negros no estarían dominando parte de los principales departamentos de la ofensiva, del pitcheo y de la defensa.

Si el Apóstol José Martí se hubiera llevado del viejo racismo y sus expresiones xenofóbicas no hubiera logrado el sable libertador del generalísimo Máximo Gómez.

Si los parejeros argentinos (con permiso de JRB) hubiesen mantenido la prohibición de educación musical de los hijos de los inmigrantes, hoy no tendrían la gloria del inmenso Carlos Gardel.

Si los franceses de la revolución hubieran mantenido ciertos rasgos discriminatorios contra los extranjeros, no habrían tenido los tremendos logros de revolucionarios como el suizo Marat, el estadounidense Furnier, el español Guzmán, el jamaiquino Williams, el belga Renó, etcétera.

Si la cultura egipcia no hubiera dado albergue y más educación de la que ya tenía ahora no estaríamos hablando de la reina más famosa de Egipto y la más famosa del mundo: Cleopatra.

Si West Point hubiera mantenido la bola negra para los hijos de inmigrantes caribeños, los Estados Unidos no tendrían a un jefe militar, diplomático e intelectual de la categoría de un hijo de jamaiquinos llamado Colin Powell.

Si el golf elitista no hubiese permitido la educación deportiva e integración del negro, hoy no existiría el que es el mejor de todos los tiempos (con perdón de JN): Tiger Wood.

Si la educación franquista hubiera estado prohibida para los hijos de apátridas, hoy no reinaría en España un monarca de las condiciones que en todos los órdenes exhibe el gran Juan Carlos I, una de las patas de la mesa de la paradigmática democracia de la Madre Patria.

Si México hubiera impedido la educación para los hijos de los inmigrantes, hoy no tendríamos entre y con nosotros al más famoso tenor del mundo: Plácido Domingo.

Si Roma hubiera mantenido sus puertas cerradas a los inmigrantes de hace unos 2 mil años, el primer Papa no hubiera sido el extranjero e inmigrante Simón Bar Jona, alias Pedro, sino Lino.

Si la República Dominicana hubiera impedido que los descendientes de haitianos no hubieran podido recibir la educación, aquí no estaríamos hablando de Peña Gómez, de Balaguer, de Lilís, de Trujillo, etc.

Y que me perdonen mis hermanos judíos (yo soy sefardita) pero si los alemanes prohiben educación, servicio militar y naturalización a los austríacos por aquello de que Austria era una “provincia rebelde”, Hitler estaría fuera de la historia.

Por lo tanto, y mucho más que se queda en el tintero, bien hecho con aprobar que aquí reciban educación los hijos de los inmigrantes.

El Nacional

La Voz de Todos