Opinión

Cara y cruz de la política

Cara y cruz de la política

La eficacia cobra valor mientras la incompetencia se desmorona. Las dos caras de la moneda, puestas de relieve en el presente desempeño político –incluso proselitista-, del PLD y el opositor PRM. Lo que empezó como un experimento apresurado, carente de sustento ideológico y estructural, como es el caso de este último, no promete reajustes inmediatos, ni a mediano plazo. Su torpe y estéril comportamiento post electoral no dicen otra cosa.

El primero procura sumar valor agregado a las diferencias internas, naturales en una fuerza que hace tiempo viste pantalones largos en el manejo del poder. El germen de la división, que siempre asoma en la lucha política, parece haber quedado fuera desde su fundación, hace más de cuarenta años. Los resultados, como las verdades, son tozudos.

El segundo, de factura reciente, entra prácticamente por la cocina, en medio de la baraúnda electoral que sustrajo tiempo y espacio a la reflexión y ponderaciones más elementales. Todavía a estas alturas no contempla incluir en su agenda el sustento básico del adoctrinamiento y la escogencia de las cabezas más pensantes y frías para darle forma al amasijo de intereses que no hicieron más que correr, afanados y apresurados, detrás de la repartición del pastel municipal y congresual. La Presidencia de la República nunca fue parte de ese proyecto. ¿Le faltó discurso y agallas o la oferta era la menos indicada? El tiempo siempre encuentra la respuesta.

Hay quienes dicen que para el éxito político no hay un manual de normas infalibles ni inalterable. El tiempo y los personajes que intervienen en las diferentes etapas de la historia alteran cualquier proceso, por bien llevado que sea. Pero esta propuesta no deja de tomar en cuenta leyes naturales invariables. Un mal comienzo presagia un final similar. El PRM insiste en errores que proyectan su desmembramiento y separación de las organizaciones en las que se apoyó. A todas les faltó y engañó.

La política partidista, reducida a provechos individuales y grupales, dista de ser tarea propia de monjes franciscanos. Es cierto. Pero de ahí a irrespetar códigos de colaboración y asociación hay un largo trecho. Una cosas es entender lo que es “el arte de lo posible”, y ora es violentar y romper las reglas que conducen el éxito de toda empresa. No honrar compromisos y deudas conducen cualquier negocio a la ruina. Es inevitable que la desconfianza promovida adentro se proyecte hacia afuera. Esto, sin embargo, es apenas parte del problema con que nace y arrastra el PRM. Y lo que surge carente de principios pier

El Nacional

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