Todos los años existe la misma discusión con respecto a su celebración por que resulta chocante con las creencias religiosas cristianas. El pueblo utiliza el mismo como un escape a la atención existentes después que la escasez se manifiesta después de las navidades.
En países de las Antillas hay celebraciones de este tipo, que paganas o no, denotan el desborde de colorido y ayudan a que el pueblo acuda y se manifieste a través de sus disfraces, explote sus ansias de alegría y libertad, y exhiba sus tradiciones insignias propias de su geocultura.
El carnaval forma parte de la cultura y la tradición afroeuropea de sus antepasados. La vega que es el carnaval más conocido y concurrido de nuestra isla es el menos genuino, es mas bien una atracción turística, donde se integran los allí presentes, nacionales o extranjeros, quienes bailan rodeado de seguridad y libertad. A nuesto modo de ver, el más auténtico, aunque menos concurrido es el carnaval de Santiago de Los Caballeros, con sus caretas lechoneras, joyeras, pepineras .
Los grandes escritores y cultores de nuestras creencias hacia las leyendas artísticas han sido grandes defensores de estos, pero sin embargo en los últimos años se ha visto una ausencia notable de la denuncia, el humorismo negro y político, sobre todo teniendo hoy en día una excusa válida como es el “Fin de la Impunidad” que está de boca en boca en todas partes en el pueblo dominicano.
A nosotros nos tocó ser presidente del jurado del Ministerio de Cultura para el Carnaval Nacional de José Rafael Lantigua, el cual nos pareció un carnaval insulso, insípido, sin gracia, descolorido. Los de José Antonio Rodríguez quien tenía figuras reconocidas del arte en materia popular, como Víctor-Víctor, Tommy García, Pedrito Núñez, entre otros, demostraron no tener capacidad de organizar y dirigir un Carnaval Nacional, contando con un presupuesto mas holgado que el de este año.
Pocos saben que no soy cercano al nuevo Ministro Vergés, pero tengo necesariamente que reconocer, que el equipo del cual se valió hizo un excelente trabajo tanto logístico, como de seguridad, sin molestar al pueblo y sobre todo alegre. Me dio pena ajena ver a mi amigo y colega, el sociólogo Dagoberto Tejeda, conocedor profundo del arte popular y las costumbres nuestras, dirigiendo el desfile del Ayuntamiento, durante las semanas de febrero. Se veía ya cansado, como quien pide el relevo, acompañado de Tania Báez y El Pachá, quien se veía confundido en la animación de un carnaval con el de su programa. Muy diferente a Michael Miguel y los demas animadores del que se hizo acompañar.
Sin el carnaval no hay paz social, este es una vía de escape necesario de los pueblos, del ajetreo diario del panorama gris que vive el país. Por pequeño que sea un pueblo siempre habrá algunos que mantendrán la tradición viva. No mantener esta tradición viva genera un descontento social que incita al enojo contra los gobiernos, los cabildos e incluso contra cualquier autoridad.
Resaltamos la dirección y cámaras del canal 15.
