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Carrera militar de Trujillo estuvo rodeada de aureola de personaje fantástico

Carrera militar de Trujillo estuvo rodeada de  aureola  de personaje fantástico

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La carrera de Rafael Leonidas Trujillo como militar estuvo rodeada de una aureola de actor fantástico cuyos principales elementos parecían sobrenaturales e irreales. Era presentado en su accionar como si fuera un personaje ficticio, con un mito de múltiples dimensiones, con las características de una de las grandes figuras que hoy exhiben los protagonistas de los seriales de la televisión.

Trujillo ingresó en la Guardia Nacional Dominicana el 18 de diciembre de 1918 con el grado de segundo teniente. Ese cuerpo fue creado el 7 de abril de 1917 por la fuerza interventora de Estados Unidos. El rango le fue confirmado a Trujillo el 22 de diciembre de 1921 después de cursar estudios en la Academia Militar de Haina, creada en agosto de ese año.

La Guardia fue transformada en Policía Nacional Dominicana. Tras su salida de la academia, Trujillo fue asignado a prestar servicio en la primera compañía en San Pedro de Macorís.

Sus actuaciones y los conocimientos demostrados lo colocaron en una posición privilegiada ante sus superiores inmediatos.
Cuenta Vega y Pagán que en enero de 1922 se le ordenó a Trujillo trasladarse al Departamento Norte, pero no se mostró muy contento con el cambio. Trujillo fue a prestar servicio en la décima compañía con asiento en Santiago.

En un informe sobre las aptitudes de oficiales del período primero de abril de 1922 al 30 septiembre del mismo año, hecho por el mayor inspector expresaba: “Este oficial (Trujillo) es muy eficiente y es de los mejores oficiales del Departamento Norte.”
En su libro Historia de las Fuerzas Armadas, escrito a propósito de los 25 años de “La era de Trujillo”, Vega y Pagán dice que desde julio de 1919 el Departamento de Marina de Estados Unidos hacía planes para “la posible retirada de los infantes de Marina de la República Dominicana y terminar así la tristemente recordada ocupación militar producida en 1916”.

Revela que desde Washington transmitieron órdenes precisas a las autoridades norteamericanas de ocupación para crear un cuerpo eficiente integrado por dominicanos.

Sostiene que los estadounidenses no abondonarían el país sin que la Guardia creada estuviese preparada para “mantener el orden y garantías constitucionales del país”.

Los instructores estadounidenses seleccionaron a los que entendían eran mejores hombres a fin de prepararlos para la misión de la fuerza represiva que dejarían cuando desocuparan.

Al producirse la evacuación, Trujillo, quien gozaba de la confianza de los jefes de la ocupación, fue el único segundo teniente en ser ascendido a capitán de la Guardia Nacional Dominicana, pasando sobre el grado de primer teniente. Otros segundos tenientes fueron ascendidos a primer teniente para ocupar los cargos dejados por las tropas invasoras.

El teniente coronel estadounidense Thomas E. Watson, comandante del Centro de Enseñanza observó sobre Trujillo lo siguiente: “Este oficial ha hecho excelentes servicios mientras que está bajo instrucción”. Trujillo demostró a las fuerzas estadounidenses que tenía capacidad y una innata valentía.

En octubre de 1923 Trujillo fue trasladado a San Francisco de Macorís y siguió brillando por sus actuaciones, exageradas en ocasiones por sus apologistas.

Resaltan dos casos, el de Bonely Abreu, a quien en esa época lo describían como un sujeto muy peligroso y astuto, que sus correrías estaban revestidas de leyendas y el del Sombrero del capitán Trujillo.

Cuentan que Abreu fue condenado por haber matado a otro hombre en un duelo. En forma espectacular se fugó de la prisión y continuamente burlaba a sus persecutores.

Dicen que Trujillo recibió una confidencia de que Abreu se encontraba en Los Ranchos y envió una patrulla a capturarlo, pero fue derrotada. El jefe que la comanda regresó exaltado para informarle del resultado del encuentro.

Vega y Pagán dice que conociendo el capitán la valentía de jefe de la patrulla no lo censuró y solo le pidió que tratara de ubicar a Abreu. Trabajó en su misión y días después le informó a Trujillo que Bonely Abreu estaba en el paraje Los Pomos.

La acción de Trujillo, Vega y Pagán la relata de la siguiente manera: “Inmediatamente mandó a que le ensillaran su mulo, pues, esa noche saldría de viaje. Dos aliados formidables le acompañaban: las sombras de la noche y el gran conocimiento que tenía de todos aquellos lugares, los cuales conocía como sus propias manos”.

Agrega que tras mucho cabalgar logró dar con el bohío donde esperaba que se encontrara Abreu. “Estudia el terreno y advierte que el bohío tiene dos puertas y una ventana y que si entraba por una, el bandido podría salir por la otra. Pero encontrándose frente a una puerta percibió la respiración clara y fuerte de un hombre que dormía junto a la misma”.

Añade que rápido como un rayo Trujillo se colocó en la otra puerta la que logró abrir y con un foco en su mano izquierda y su pistola 45 alumbró y apuntó a Abreu y le pide que se rinda, “si no quiere ser muerto, que es el capitán Trujillo que se lo ordena”.

Ante la sorpresa, dicen que Abreu se resignó a su suerte. Trujillo le entregó las esposas y el mismo Bonely Abreu se las puso.
El otro caso es el del sombrero del capitán Trujillo. Narra Vega y Pagán que en San Francisco de Macorís, donde el capitán Trujillo era el comandante de la Policía, existían barrios de guapos, donde las fiestas en las viviendas terminaban con desórdenes y ocasiones con muertes.

El comandante policial deseoso de conocer esos sectores decidió, sin atender consejos de sus subalternos, ir a uno de estos lugares. Fue a la fiesta, y colocó su sombrero en un lugar de la casa. No se produjo desorden alguno, pero al retirarse solicitó su sombrero de fieltro verde de los que usaban los marines estadounidenses, y el mismo no aparecía.

Sin molestarse, el capitán Trujillo se retiró pero advirtió que al siguiente día las 10:00 de la mañana vendría a buscarlo. Dijo que si no lo encontraba en el mismo lugar que lo dejó, “ustedes pagarán caro su atrevimiento”. Así lo hizo y cuando volvió entró a la sala y encontró el sombrero en el mismo lugar que lo había dejado.

UN APUNTE

Guarda campestre

Antes de su carrera militar, Trujillo fue jefe de guarda-campestres del Ingenio Boca Chica, donde había comenzado a trabajar como pesador de caña. Su primer empleo fue como telegrafista en su natal San Cristóbal.

El Nacional

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