Delincuencia en Santiago
Señor director
Algunos, atónitos estamos por la horrorosa situación de Santiago, una provincia de la que éramos asiduos visitantes y admirábamos el orden, la hospitalidad, el aseo y la alegría contagiosa de los santiagueros. Actualmente ahí hay un desorden sin precedentes y cualquier barbaridad es posible, por culpa de autoridades (cobracheques e irresponsables) y unos delincuentes que han convertido en tierra de nadie esa importante provincia. Quienes tenemos familiares y amigos allá, a veces intentamos ir y nos dicen, no vengan y sus argumentos son imposibles de soslayar, porque el caos es total y el glamour de que hacían gala esos provincianos ya es cosa del pasado. Mucho somos escépticos respecto a que la calamitosa situación de esa región se recomponga pronto, porque las autoridades y nada es lo mismo e importa un comino que se irriten, principalmente las elegidas por el voto popular, todos aspirantes a reelegirse, para seguir haciendo por sus representados tres cosas, nada, nada y nada. Si así no fuera la Ciudad Corazón seguiría siendo el oasis que ante era.
Como el gobernador, los congresistas, los regidores y demás autoridades no han podido aunar esfuerzos para sacar a Santiago del marasmo en que está, muchísimo bien les harían a los santiagueros amantes de la paz, si hicieran una renuncia colectiva, quizás los sustituyen personajes conocedores de la relevancia de rol de servidores públicos y con conciencia plena de que sus salarios los pagan los contribuyentes, y por ende merecen servicios de calidad, que incluyan viabilizar estrategias para reducir a su mínima expresión males que hace tiempo les están robando el sosiego a los habitantes de esa comarca. Y duele que jefes policiales, que parece que la única operación aritmética que saben sea la resta, a través de cualquier medio de comunicación dicen, los crímenes se han reducido. Dan risa y gana de llorar a la vez y por su culpa lloran de rabia e impotencia los parientes de los vilmente asesinados, por salvajes que incluyen a militares “garantes” de los derechos ciudadanos, a quienes nada tienen que envidiarles delincuentes y vaqueros, que se entienden dueños de los barrios y a cualquiera despachan al más allá.
Un grupo de santiagueros formó un Consejo de Seguridad, y es idónea esa iniciativa para liberarse de la maledicencia de quienes han convertido a Santiago en tierra de nadie y que se salve quien pueda. Ese gesto pudieran imitarlos otros sectores donde la criminalidad estádesbordada y son muchas las familias que hoy lloran a sus muertos, y también de rabia e impotencia.
Atentamente,
Teresa Gómez.