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Malos vecinos: enemigos

Señor director:

Una pareja de amigos muy queridos, contaba como anécdota una experiencia que tuvieron con unos vecinos. Tardaron poco tiempo en darse cuenta de que los vecinos de al lado eran muy diferentes a ellos. Mientras éstos eran muy preparados, aquellos eran de muy baja formación.

Mientras éstos eran muy trabajadores, aquellos de poco hacer. Mientras éstos eran muy sociables y conciliadores, aquellos eran reservados y conflictivos.

Mis amigos decidieron ayudar a sus vecinos, primero con la comida, después con la escuela; incluso solventaban algunos problemas de salud de la desdichada familia. En fin, compartían con ellos como buenos cristianos.

Me cuentan que hasta le pasaban un cable de la planta eléctrica de emergencia, para que se iluminaran en tiempos de apagones. Los vecinos, de pronto, comenzaron a quejarse de la calidad de la comida que se les pasaban.

-“Parece que la vecina no ha sacado tiempo para ir al súper. Esta comida esta pobre”. “Miren al vecino. Siempre tiene visitantes acabándole el whisky… A mí hacen unos días que no me brindan un trago”.

-Los otros días fueron tan bárbaros, que ante una amenaza de ciclón, nos llevaron al súper y allá nos dieron, sólo tres mil pesos para que compráramos algo, mientras para ellos llenaron un carrito.

Mientras más relataban, más absorto nos quedábamos mi esposa y yo…

– “Ahora tuvimos que pedir lo de la escuelas de los hijos, pues no nos querían dar las notas, y me vienen estos tacaños, que por qué no se lo dijimos con tiempo. Ellos bien saben que nosotros no tenemos dinero…”

Con esto consiguieron ser acusados ante todo el vecindario del cambio brusco y abusivo, que los excluían de tal comodidad…Llegando el vecindario a indisponerse contra ellos. A decir de mis amigos, nunca quisieron darse cuenta de que no sólo tenían unos malos vecinos, sino que éstos siempre fueron sus enemigos.

A los malos vecinos tenemos que respetarlos. Tener para con ellos la flexibilidad social de compartir el espacio común. Evitar ser el origen de las confrontaciones.

Pero nada nos obliga a darle lo nuestro.

Obligados estamos a advertir con tiempo cuando pasan a ser nuestros enemigos. Y así de ellos, no confiarnos, no caer en sus chantajes y sobre todo no permitirles ocupen nuestros espacios.

Atentamente,

Luis A. Montás Castillo

 

El Nacional

La Voz de Todos