Opinión

Cartas de los lectores

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Aceras destruidas

Señor director:
Caminar por cualquier calle o avenida del Distrito Nacional o de los municipios de la provincia de Santo Domingo constituye un peligro, no sólo por la inseguridad que existe en todas partes, sino, por las dificultades para circular por las aceras.
Por todas partes se observan aceras y contenes rotos, alcantarillas abiertas, filtrantes destapados, registros telefónicos y eléctricos abiertos, cables en el suelo y un sin fin de situaciones muy peligrosas.

A todo eso debemos sumar grandes cantidades de basura en las aceras, botellas rotas y vasos plásticos por todas partes, y una enorme cantidad de letreros y vallas publicitarias colocados sobre las aceras que obligan al peatón a caminar por la calle.
Ejemplos de situaciones de ese tipo se pueden observar en avenida como la John F. Kennedy desde la avenida Máximo Gómez, hasta el kilómetro nueve de la autopista Duarte.

En las inmediaciones de la Universidad Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) se observa una enorme alcantarilla abierta, por lo que fácilmente puede desaparecer una persona, o uno de los niños que acuden a ese centro universitario a practicar baseball y otros deporte.

Lo más grave del caso son los vendedores que ocupan las aceras con sus productos, y los conductores de vehículos que se estacionan sobre las aceras sin tomar en cuenta que las mismas están para que las personas que circulan a pie transiten por las mismas, no para estacionar vehículos de motor.

Las autoridades también deben intervenir en los llamados autoadornos, en los talleres, tiendas, ferreterías, y otros establecimientos que se apoderan de las aceras como si fueran de su propiedad.
No es civilizAda una sociedad donde sus miembros deben caminar por el medio de las calles para ceder las aceras a los automóviles y vendedores callejeros.

A todo eso debemos agregar el problema que representan los conductores de motocicletas que circulan por las aceras como si las mismas fuesen las vías destinadas a los aparatos de dos ruedas.

Cuando las aceras sean espacios públicos paa que nuestros ancianos y niños caminen sin temor a caer en una alcantarilla, y sin temor a ser arrollados por una motocicleta, podremos decir que noe estamos organizando.

Atentamente,
Ruddy Germán Pérez
Periodista

El Nacional

La Voz de Todos