Opinión

Cartas de los lectores

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Cartas

Las escuelas

Señor director:
Hubo un año de ardua labor para los maestros, pero exitosa respecto al aprendizaje de los niños y no se generó escándalo en el inicio del siguiente año escolar.

Dona Altagracia, luego de ese enlatado vimos el desastre de un ministro soberbio, que gastó una millonada en unos libros que no sirvieron. Cuando estalló ese escándalo estaba jubilada, pero estoy criando una ahijada que estaba en segundo, cogí los libros prestados, lo revisé, y me dije, tengo que alfabetizar a esa niña. De lunes a viernes le daba lectura expresiva, comprensiva y caligrafía.

Esa jovencita es buena estudiante, paso las Pruebas Nacionales con buenas notas, está en primero, en un buen liceo, y garantizo que le irá bien, pues sabe leer y escribir.

Valió la pena saturarla con estas caligrafías: “Es leyendo que se aprende” y “se aprende a escribir escribiendo”. Los mismos hicieron con nosotros 40 años atrás maestros sin el pedigrí profesional, del que mucho alardean actualmente, pero total para qué, pues ni aprenden ni enseñan. Y cuando lo nombran en la cartera más compleja e importante del país, la soberbia les obnubila la razón, por eso cuando lo cancelan son recordados como una pesadilla y bueno que les pase, por hacerse no saber qué, a nadie lo evalúa por lo que comienza, sino por lo que termina.

Atentamente,
Teresa Gómez

Ejercicio periodístico

Señor director:
Desde hace algún tiempo observamos que algunos medios informativos realizan un pobre ejercicio profesional sin que esto llame la atención de gente preocupada por el derecho a la libertad de prensa.
Semanas anteriores fueron frecuentes las informaciones sobre secuestros de niños para supuestamente extraerles órganos. Una verdadera estupidez.

Luego surgieron otras versiones sobre secuestros de niños y no se sabe cuántas versiones infundadas que nunca pudieron ser corroboradas.

Lo lamentable es que ninguno de los medios que desinformaron, no sólo con el caso de la niña Carla Masiel, sino con otros, nunca se disculparon con los lectores por las fábulas publicadas.

El periodista tiene pleno derecho para publicar lo que le venga en gana, pero tiene el deber de ceñirse a la verdad y de no inventar falsas historias como ha estado ocurriendo con frecuencia.

Atentamente,
Esther Vargas Bueno
La Vega, Rep. Dominicana

El Nacional

La Voz de Todos