Opinión

Cartas de los lectores

Cartas de los lectores

Campaña electoral UASD

Señor director:
No hay que ser demasiado inteligente, para concluir que veinte, treinta y hasta cuarenta millones de pesos que se invierten en largas y costosas campañas electorales, no salen del bolsillo de los candidatos, sino de los maletines de los acreedores. Siendo así, urge cambiar la forma de elección de las autoridades, y ya hay una propuesta de la Comisión de Reforma, que dicho sea de paso debe ser discutida y acogida.

Pero no será suficiente, es necesario al mismo tiempo, un cambio profundo de mentalidad en la gente, que ponga seriamente en peligro la cultura del dominicano, que siempre vive esperando que le den comida, que le hagan fiesta, que le compren el voto, que le hagan favores, para luego hipotecar su libertad y perder toda posibilidad de realizar una elección libre.

Nadie va a la actividad de un candidato si no hay comida y bebida, en fin, sino organiza innumerables festines o banquetes, a lo largo del territorio nacional, en que se manifiesta la noble, siempre necesaria, misión académica de la UASD. ¿Qué consecuencias trae este comportamiento de los electores, que por lo general son profesores y profesoras? El encarecimiento de las campañas, y por consiguiente la necesidad de los financistas.

Electores, si queremos que la UASD comience a cambiar, no aceptemos falsas promesas, comidas, festines y los puestos de la universidad que deben ser llamados a concurso. Si aún, sabiendo esto, insistimos en la necesidad de degustar una copa de vino, que cada cual pague el costo de lo consumido.

Así, seremos más libres, y comenzaremos a pensar seriamente en la posibilidad de que la Universidad Autónoma de Santo Domingo, además de primada de América, un día llegue a ser la primera en calidad académica.

Atentamente,
Rafael Morla
Los pensionados

Señor director:

Los ancianos pensionados y jubilados de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, que gastaron su juventud sirviéndole a la Patria, en su etapa añeja son merecedores de vivir con un poco de dignidad y justeza en cuanto al exiguo salario que reciben para subsistir.

Por su propia condición física y las precariedades en que se desenvuelven no es frecuente que se les vea hacer reclamos más que justos.
Se encuentran en el momento en que más precisan de aprecio, respeto.
Atentamente,
Cándida Figuereo

El Nacional

La Voz de Todos