Opinión

Cartas de los lectores

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Cartas

Monchy Rodríguez

Señor director:
En el año 1979 conocí a un joven estudiante del Centro Universitario Regional del Noroeste (CURNO), donde por varios años trabajé en el área administrativa.

El CURNO es una dependencia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) que tiene su sede en Mao; el estudiante es oriundo de Santiago y se llama Ramón Rodríguez (Monchy).

Si, se llama Monchy Rodríguez,de quien no me resisto a creer que está muerto. Ese mismo Monchy que la muerte lo sorprendió en horas de la mañana del pasado miércoles 22, es mi amigo, así me lo demostró en vida.

No le importaron las posiciones burocráticas que tuvo en la administración pública, siempre me distinguió, conversábamos siempre. La muerte no es mala, ni buena, tan solo es el final de un camino para empezar otro.

Ahora que Monchy Rodríguez se ha ido de este mundo, se encuentra en ese lugar al que todos hemos de ir a descansar por la eternidad, allá nos encontraremos.

Sentí un enorme vacío en el alma cuando el magistrado German Díaz, me comunica temprano en la mañana del miércoles la muerte de Monchy, “Cuidado si es alguien inventando, aquí hay personas que no tienen escrúpulos”, le dije al amigo que me daba la infausta noticia. Me resistía a creerlo.

Ese enorme vacío que sentí dentro del alma, no me dejaba respirar. Cuando veo sus fotos, no entiendo por qué muere un ser humano con tanto valor, con tanto que aportar a su pueblo y al país.

Qué triste se ve el cielo, la lluvia es como un conjunto de lágrimas que lloran tu fallecimiento, hermano, al igual que todos los que te tratamos, no como el político, sino como el amigo. Ninguna palabra de aliento es suficiente en situaciones como esta; sin embargo, permíteme expresarte la pena que me invade.

Nos deja llenos de tristeza el fallecimiento de un hermano; ha sido un terrible acontecimiento y es una pérdida de importantes dimensiones.

Nunca se está realmente preparado para la partida de alguien especial, una partida inesperada es fuerte y dolorosa. La muerte nunca es un hecho justo, más si se trata de alguien tan querido, tan decente, tan trabajador, tan humano, tan apreciado y tan respetuoso. Tu partida es una prueba de la vida a nuestra fortaleza.

Atentamente,
Angel Berto Almonte,
periodista

El Nacional

La Voz de Todos